“No entiendes la vida hasta que crece dentro de ti”
Sandra Chami Kassis
No, realmente no sabes lo que es amar sin condiciones hasta que una cosita muy pequeña está dentro de ti, crece dentro, contigo, con tu ayuda y tu alimento para luego salir y quedarse a tu lado.
La semana pasada asistí a una charla con una matrona sobre el destete que se realizó en nuestra querida Casa Grande.
La matrona nos preguntó ¿Cómo fue tu lactancia? ¿Y tú destete?
Mis ganas de llorar afloraron como hacía mucho… respiré varias veces al recordar mi vida de hace justo tres años.
Felicidad, amor, sueño, la piel más suave del mundo, todo mezclado con dudas, pero lo que más recuerdo es la soledad.
Recuerdo estar en el hospital, dolorida, con ojeras, sosteniendo a mi bebé que se enganchaba al pecho, pero no sacaba nada así que se dormía con los puños en la boca.
Recuerdo a los sanitarios entrar y salir, estrujarme el pecho y no sacar nada.
Recuerdo a una sanitaria coger a mi bebé, pesarle una y otra vez, sacarle sangre del talón porque le veía amarillo.
Recuerdo a esa misma sanitaria decirnos de muy malas formas que mi bebé se tendría que quedar ingresado por deshidratación, porque yo no tenía leche, pero sin darme ninguna solución, ninguna duda.

Me recuerdo abrazada a mi bebé y con las lágrimas resbalando, ya vestida, a punto de irnos de allí, pero sin saber si solos o con mi bebé.
Recuerdo a una doctora, explicarnos que mi bebé había perdido mucho peso, que yo no tenía leche, que deberíamos darle un biberón en casa.
Recuerdo los labios de mi bebé, llenos de pellejos.
Recuerdo su llanto y sus puños en la boca desesperado.
Pero ¿Sabes lo que no recuerdo? A nadie que me ayudara en esos momentos, a nadie que me dijera “tranquila” a nadie que me asesorara, que me dijera como debía dar el pecho, nadie que me acompañara en estos primeros pasos tan importantes.
Solo un folleto, un follero que todavía guardo entre los papeles del hospital, pero nada más, nadie más.
Recuerdo miedo, incertidumbre, cansancio, ganas de dar el pecho a mi bebé, pero sola.
Al final en casa, a los dos días de seguir sin leche y el bebé seguir perdiendo peso, decidimos probar con biberón.
Mi pobre bebé lo enganchó como nunca, se lo tomó en segundos.
Yo lloré, lloré de impotencia, de no saber, de indecisión, de pena y ahí, en ese preciso momento mis pechos se llenaron de leche.

Mi bebé se enganchó, mi lactancia en ese momento fue una maravilla, tengo que decir que no volví a tener problemas, mis meses de lactancia los recuerdos preciosos, pero vuelvo… sola.
Sola en cuanto a información, a apoyo y por supuesto sujeta a opiniones, que como bien ya escribí, sobraban por todas partes.
Recuerdo la revisión de los cuatro meses del bebé, donde su enfermero me dijo que si ya me tenía que incorporar al trabajo, podía dejar la lactancia sin problema.
En ese momento no me lo cuestioné, al revés, lo agradecí ya que las noches eran muy duras, insisto, todo por falta de conocimientos y apoyo.
Seguí con la lactancia porque afortunadamente todavía no tenía que incorporarme al trabajo, pero ahora me pregunto…. ¿Cómo es posible que un sanitario diga tal barbaridad? ¿No es mejor ayudarte, aconsejarte, hablar, que decir que dejes la lactancia a los cuatro meses? Una lactancia exitosa y sin dificultades, donde el bebé cogía peso sin problema.
Sanitarios que incluso te dan malos consejos, que llegas y te dan unas fotocopias anticuadas con la alimentación complementaria que puedes iniciar incluso antes de los 6 meses, que incluso te dan muestras de manzanillas para los cólicos sabiendo que su contenido en azúcar es altísimo y es perjudicial para un bebé, sanitarios que te dicen que mediques a tu bebé días antes de la vacuna “para prepararle” sanitarios que no te ayudan en tu lactancia, que apenas la nombran, que no te ayudan a entender el sueño del bebé, que jamás te dicen que lo que te ocurre es normal.
Y tú mamá, allí sola, escuchando atentamente, haciendo caso ciegamente a lo que ese profesional te está diciendo, claro, sin cuestionarlo ya que las horas de sueño perdido durante estos cuatro meses ya pasan una gran factura y solo te dejas llevar.
Ahora pienso, mi experiencia con la lactancia ¿fue buena o mala?
No sabría qué decir, tengo sentimientos muy encontrados, opiniones muy grabadas, momentos muy duros y momentos preciosos llenos de amor.
Pero sí, lo que más recuerdo es esa soledad y ese no saber.
Quizá por esta espina clavada, quizá por haber abandonado la lactancia tan rápido, quizá por tantos sentimientos y tanta soledad me hice asesora de lactancia, para poder ayudar a todas esas mamás que se sienten igual que yo, para poder decirlas, tranquila mamá, no estás sola, lo estás haciendo bien.
Quizá todo lo que he vivido con mi Pequeño Caballero me ha conducido a este camino, quizá todo tenía que ser así para ponerme aquí y así poder acompañar a otras familias.
Ojalá esta soledad que sentimos las madres cambie, se desintegre, pase y seamos mamás seguras, informadas, actualizadas y acompañadas.
Si tú también te sientes así, no lo dudes, escríbeme a blogmamimemima@gmail.com porque no estás sola, somos muchas mamás igual que tú, que sentimos lo mismo, que sentimos este peso solas.
No sé si el problema es la saturación en el sistema de salud, no sé si es el cansancio de los propios sanitarios, no sé si es la falta de información y de actualización, no lo sé, pero quienes estamos pagando las consecuencias somos las mamás y por supuesto nuestros bebés.
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¡Muchas Gracias Familias! Y ¡Feliz Crianza!
Gracias por estar ahí y ser tan terapéuticas.