“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos, un corazón que habita en dos almas”
Aristóteles
Esta mañana he desayunado con mi querida amiga Vanessa, autora del cuento Yo soy feliz y con quien a lo largo de estos últimos años, he cultivado una bonita amistad.
Una amistad que empezó en la escuela donde yo trabajaba y ella llevaba a su hijo y que ha derivado en muchos mensajes y llamadas telefónicas de aliento y apoyo.
Una persona con la que conectas y cuanto más hablas con ella, más llegas a conectar. Una personita para guardar muy dentro del corazón.
Pues en nuestro café, mientras el Pequeño Caballero nos hacía su teatro de dinosaurios, hemos hablado de algunas cosas, pero sobre todo hemos hablado de crianza, de crianza respetuosa.
Nos miramos y nos reímos, pero es así. A veces te sientes como un bicho raro cuando explicas tu forma de criar. A veces te sientes juzgada, sientes que no te comprenden, que quizá sería más fácil volver a lo tradicional, pero no.
Cuanto más juzgada te sientes, la vida te manda a esa amiga, ese desayuno, ese café y esa risa nerviosa de “yo me siento igual, pero no importa, este es el camino”.
¿Por qué esta elección a la hora de criar?
¿Por qué no quiero gritos, castigos, chantajes, mentiras o azotes a tiempo?
¿Por qué no quiero televisión o móviles?
¿Por qué prefiero dejar lo que estoy haciendo para jugar a dinosaurios?
¿Por qué demostrar mi amor incondicional en cualquier situación?

¿Por qué el escuchar con atención sus necesidades y emociones?
¿Por qué no le dejo llorar para que aprenda?
¿Por qué se viene a mi cama o a mis brazos cuando lo necesita?
¿Por qué…..? Todo lo que se os ocurra…
Porque sí.
Porque creo firmemente en el respeto, en una infancia respetada, en el desarrollo completo del niño si es respetado con amor y con límites.
Porque lo que se ha hecho toda la vida es el camino fácil, es repetir patrones sin pensar, es no querer ver nuestras propias heridas de la infancia, es querer dejar en un rincón alejado de nuestra memoria aquellas cosas que nos hicieron sufrir, es justificar sin ningún argumento sólido, es normalizar la violencia hacia los más vulnerables, nuestros hijos. Y no, no lo quiero.
¿Y entonces? ¿Qué es la crianza respetuosa?
Es una crianza consciente, ser consciente de lo que hacemos, de quienes somos y por qué actuamos así con nuestros pequeños.
Es hacer un ejercicio de autoconocimiento cada día, es no pagar las frustraciones que tenemos con los demás, es vernos, conectar con nosotros mismos y con nuestra familia, es saber escuchar y actuar con coherencia, tratar a nuestros hijos como queremos que nos traten a nosotros sí, pero también como queremos que ellos traten a los demás en un futuro. Es tener claro que nosotros somos su ejemplo a seguir y debemos saber qué decir y qué hace en cada minuto que estamos a su lado.
¿Difícil? Es todo lo fácil o difícil que nosotros lo queramos hacer.
Lo más importante para esta crianza respetuosa y consciente es tener claro que somos nosotros quienes la guiamos gracias a unos principios básicos:

- PRESENCIA. Estar presentes en todo momento para nuestros hijos. Presentes de verdad, dejar el móvil, la televisión, todo lo que nos pueda distraer para prestar toda nuestra atención a sus necesidades. Esta es la única manera que tenemos de conocer verdaderamente a nuestros hijos, lo que les ocurre, lo que les preocupa o lo que les hace felices.
- VALIDAR Y EMPATIZAR: Con lo que les ocurre, con lo que sienten y con lo que muestran, sin juzgar, solo entendiendo.
- ESCUCHA ACTIVA: Escuchar lo que nos tienen que decir en cada momento para ayudarles a conocer el mundo y conocerse a ellos mismos.
- NO IGNORAR: Nunca ignorar el llanto o una emoción. Podemos diferenciar en entre emoción y acción. La emoción es válida, se siente lo que se siente, quizá es la acción lo que se debe depurar, pero siempre con respeto.
- CONEXIÓN EMOCIONAL: Conexión con ellos, con lo que nos quieran contar y nosotros actuar sin juicios, quitarnos ese juicio adulto.
- CONTACTO FÍSICO: Abrazar, besar, dar la mano. Y no solo en los momentos que nosotros queramos, dejar que ellos vengan y responder. Nunca el exceso de cariño será una forma de malcriar, al revés, el cariño y el amor incondicional es la mejor manera de criar a nuestros hijos.
- CONFIANZA: Confiar en ellos, en los límites que les hemos puesto, pero también en su juego libre, sin intervenir, dejando que vuele su imaginación y su aprendizaje.
- HONESTIDAD: No mentir, adaptar nuestra forma de hablar, pero siempre ser honestos con ellos, agachándonos a la hora de decires algo, mirarles a los ojos y con ese contacto físico.
- ROMPER PATRONES: Lo de toda la vida, muchas veces ya no es lo mejor. Si quieres cambiar algo, cámbialo, la educación está en constante movimiento y cambio, actúa bajo tus principios y criterios respetuosos.
- RESPETO: Fundamental en cualquier relación y también en nuestra relación y nuestro día a día con los niños. Si nosotros como adultos no les respetamos en sus emociones, sentimientos o actuaciones, no podemos pedir que ellos respeten a los demás, ya que el respeto es el valor que damos a las demás personas.
Y ante todo esto, como padre o madre, fuerza, mucha fuerza ante las críticas y las miradas. Siempre llega ese desayuno con esa amiga especial que piensa como tú, que te da fuerzas para seguir, que te alienta y te apoya ¡Gracias amiga!
Si te interesa la educación respetuosa, la educación en emoción, la educación consciente, si tienes hijos o estás embarazada, puedes ponerte en contacto conmigo y te informaré de todos los talleres que tengo disponibles.
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¡Gracias Familias!
Nos vemos en los próximos talleres online