“La forma en la que hablamos a los niños se convierte en su voz interior”
Peggy O´Mara
Si me seguís en redes sociales, últimamente os estoy hablando del acompañamiento en el juego por parte de los adultos, es decir, nuestro papel como mamá, papá o educador cuando nuestros pequeños están jugando.
Seguramente muy pocos os habéis preguntado qué podéis hacer con ellos, ¿Los dejáis libres mientras vosotros aprovecháis para hacer otras cosas? ¿Os gusta dirigir sus juegos y darles instrucciones para que “jueguen correctamente”? ¿Os sentáis a su lado a disfrutar? ¿Os sentáis a su lado y estáis pendientes del móvil?
Como veis, se pueden adoptar muchos roles en el juego del niño.
El juego es una necesidad básica en la vida del niño desde el principio. Mediante el juego conoce el mundo que le rodea, aprende, experimenta e investiga. El juego, se podría decir, que es la gasolina para el desarrollo óptimo del cerebro del niño. No es una pérdida de tiempo.
Pero en este juego, los adultos que están con el bebé tienen un papel clave.
El desarrollo y el estímulo que se obtenga de los adultos en los primeros años de vida es primordial para desarrollar las habilidades intelectuales del niño. A través del juego desarrollan sus habilidades físicas, psicológicas, sociales y emocionales, potencia sus talentos, habilidades e intereses, les ayuda a aprender qué es la vida ayudándoles a integrar toda la información que les llega.
Nosotros como adultos debemos estar ahí tanto físicamente como mentalmente, ellos tienen que sentir que formamos parte de su juego.
El primer año del bebé es vital para todo su desarrollo tanto emocional como intelectual, y es vital que los adultos estén continuamente acompañando a ese bebé.
Vamos a dejar atrás la idea “no le cojas en brazos que se acostumbra” “déjale llorar para que aprenda” “déjale en la hamaca para que se esté quietecito”.
No, el bebé no se acostumbra a los brazos, el bebé necesita ser cogido en brazos, necesita el calor de su mamá o de sus cuidadores, necesita saber que sus demandas van a ser satisfechas, el bebé no tiene que llorar horas y horas y sentirse abandonado, debe estar acompañado en todo momento, es vital el desarrollo del vínculo y del apego seguro para su óptimo desarrollo emocional y cerebral y para su futuro.
Cuando empiezan sus primeras investigaciones, sus primeros juegos, nosotros debemos estar a su lado. El bebé explora el entorno seguro, se empieza a mover, descubre objetos, pero para que esto lo haga de manera segura necesita desarrollar una seguridad afectiva con su cuidador y para ello ¿Qué debe hacer ese cuidador?
Lo más importante es estar disponible para el bebé, estar atentos a él, a sus movimientos. Ofrecer un entorno seguro de juego, sin peligros, ofrecer juguetes sencillos y dejar que los manipulen y los investiguen libremente y de manera autónoma, solo teniendo en cuenta su seguridad y bienestar.
No hay que juzgar, no hay que inferir en ese juego y en ese aprendizaje, podemos hablarle de lo que está haciendo, por ejemplo “Anda, cuantas telas bonitas tienes” pero nunca guiarles en el juego, dejar que sean ellos mismos quienes descubran todas las posibilidades que tienen.
Nuestro tono de voz debe ser suave, afectuoso, lleno de amor, con una mirada tranquila, siempre debemos estar a su altura y mirarles a los ojos.
Es importante saber que las emociones se pegan. ¿Qué quiere decir esto? muy sencillo, que las emociones que tenemos los adultos las van a notar los pequeños con los que estamos, se las vamos a transmitir gracias a unas neuronas llamadas neuronas espejo que se activan cuando la otra persona ejecuta una acción. Por ello es importante estar tranquilos, conocer nuestras emociones para de esta manera poder ayudarles a conocer las suyas propias cuando sea necesario.
El acompañamiento emocional es muy importante en el juego. Los niños deben sentirse acompañados en todo momento, deben sentir tu seguridad para su desarrollo óptimo. Cuando existe una frustración, una explosión o rabieta o, incluso, una alegría por haber conseguido un objetivo, nosotros debemos estar ahí para acompañarles, apoyarles y para ayudarles en caso de necesidad. Otro día os hablaré de cómo actuar ante estas explosiones emocionales o rabietas y de cómo acompañarlas.
Por eso es importante nuestra presencia con todos nuestros sentidos, aunque ellos estén jugando sin hacernos caso, debemos seguir acompañando y por supuesto cuando nos necesiten, siempre debemos estar ahí, siempre hay que coger a los niños, siempre hay que hablarles con calma, siempre hay que estar a su altura, siempre debemos dejar nuestro ego adulto a un adulto, siempre debemos expresar las emociones que sentimos, nunca debemos dejarles llorar, aunque para nuestro ego adulto ese llanto sea una tontería, para ese niño, para ese bebé ese llanto tiene un significado muy grande que debemos ayudar a sacar.
¿Qué pretendo decir con esto?, pues que todos los adultos debemos ser un ejemplo para los niños.
Los niños aprenden de manera individual y autónoma, por eso no debemos dirigir su aprendizaje, no hay que enseñar nada para lo que no estén preparados ni sobrestimular. Lo más importante es esa libertad de movimientos para su libre investigación y por supuesto, el respeto hacia la etapa en la que se encuentra, ya que no se nos tiene que olvidar que son niños.
Nosotros, en nuestro papel de mamá, de papá o de educador, debemos observar y escuchar, debemos atenderles, ayudares, protegerles, debemos pedir perdón cuando sea necesario, empatizar con sus emociones y tomarnos en serio sus necesidades.
Pero, ¿Qué pasa con los castigos? Esta es otra idea que debemos desechar ya que los castigos lo único que hacen a nuestros hijos es generar desconfianza, mellar su autoestima, humillar a los niños y llenarlos de tristeza. ¿De verdad queréis todo esto para vuestros pequeños? Yo espero que no.
Los niños pequeños tienen unas necesidades muy básicas que deben ser atendidas por el adulto:
- Necesidad de contacto.
- Necesidad de atender sus necesidades básicas y emocionales.
- Necesidad de atención.
- Necesidad de llanto, ya que durante un tiempo es su única forma de comunicación.
- Necesidad de sentirse seguros para explorar y atender.
Si estas necesidades están cubiertas al completo, vuestros pequeños se irán desarrollando de forma óptima y segura, desarrollando un vínculo y un apego seguro, base fundamental para el desarrollo óptimo cerebral y para todo su futuro.
Recordar que los primeros tres años de vida son fundamentales para el desarrollo óptimo de los niños, es la base para todo su futuro, los cimientos de una casa.
Os animo a participar activamente del juego de vuestros hijos, no dejéis de acompañarles, ellos están marcando las bases de su aprendizaje, pero nosotros también estamos aprendiendo mucho de ellos.
Muchas gracias familias, espero haberos ayudado.
Podéis seguirme en Facebook Mami Me Mima blog, también en Instagram @mamimemimablog y también tenéis disponible el correo electrónico para cualquier consulta persona blogmamimemima@gmail.com