Rabietas… ¿y si las llamamos Explosiones emocionales?

“Para poder entender de manera correcta y estar tranquilos ante las explosiones emocionales de nuestros hijos e hijas, debemos soltar los pensamientos incómodos guiados por el miedo interior y centrarnos en conectar con ellos”

Tania García

La palabra “rabieta” se utiliza para dar respuesta a esa explosión emocional, muchas veces desmedida, de los niños pequeños.

Muchos padres temen estas explosiones, se bloquean, incluso gritan, no saben cómo reaccionar, qué hacer ante estos momentos.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que estas explosiones son propias de los niños desde el año y medio hasta los 3 o incluso 4 años. Todos los niños las tienen, forma parte de su desarrollo emocional, es una forma de conocer el mundo y conocer sus propias emociones.

Las emociones no se deben ver como algo negativo y estas emociones tan intensas son vitales y necesarias en esta etapa de desarrollo del niño.

Muchos padres temen los dos años, se les cataloga como “los temidos dos años” y esto no debe ser así. Los dos años son una etapa vital, una de las etapas más importantes para el desarrollo de los niños, donde se produce el mayor conocimiento y reafirmación de sí mismo, donde van a empezar a conocer y validar sus propias emociones y donde nosotros como padres debemos estar para acompañarles emocionalmente y guiarles en esa educación en emociones. Es un momento en el que se reafirman como seres individuales y estas explosiones les permiten manifestar sus emociones cuando hay obstáculos que les impiden su propio desarrollo.

Tener estas explosiones emocionales no es portarse mal, no debemos enfadarnos con ellos o recriminarles ese comportamientos en ningún caso, son parte normal de su propio desarrollo y nosotros debemos estar en sintonía con sus emociones y expresiones. Si reprimimos estas emociones y explosiones las tendrán más adelante, porque todos los niños, antes o después las tienen, es una necesidad para su propio desarrollo.

Cuando reprimimos estas emociones lo que conseguimos es que sean niños irritables, tristes, niños que pegan o muerden, molestan, que tienen ansiedad, miedos, desconexión y falta de vínculo, además, tendrán muchas más rabietas ya que no conocen sus propias emociones.

¿Qué podemos hacer nosotros como padres cuando nuestros pequeños tienen estas explosiones? Lo primero dejar de llamarlo “rabietas”, debemos de dejar de etiquetar los comportamientos normales de los niños de un modo adulto y egoísta. El acompañamiento emocional es vital en estos momentos, saber estar con ellos y que ellos sientan que realmente estamos a su lado sin hacer juicios, jamás deben sentir que están haciendo algo incorrecto.

No debemos mandarles al famoso “rincón de pensar”. Debemos tener claro que en esta etapa de su desarrollo los niños son totalmente emocionales, no razonan, no son capaces de pensar en lo que han hecho, lo único que vamos a conseguir con esto es excluirle de su propia emoción.

Mirar a los ojos es muy importante, con una mirada sensible y amable, con contacto físico, aunque en ocasiones rechacen ese contacto, es importante quedarnos cerca de ellos, acariciar la espalda, el pelo, que sepan que estamos cerca y cuando ellos quieran, ofrecerles un abrazo.

Escucharles, aunque su lenguaje no esté del todo desarrollado, siempre se expresan, ayudarles a esa expresión emocional de forma tranquila, con una escucha atenta y afectiva. Debemos empatizar con ellos y tener paciencia.

Es importante que liberen la emoción, que griten, den patadas, que saquen todo lo que sienten, no pasa nada, cuanto más acompañemos menos intensas se harán estas explosiones.

Jamás debemos quitar importancia a lo que sienten, debemos dar calor con frases como “te entiendo”, “estoy aquí” o “te quiero” y tampoco debemos hablar de culpabilidad o distraer con otras cosas, no se puede parar la emoción o negar lo que le está ocurriendo. Se deben buscar soluciones a lo que ha ocurrido pero nunca culpables.

Debemos comprender los enfados, respetarlos y sobre todo acompañarlos emocionalmente.

Estas explosiones emocionales, como ya os he dicho, son totalmente normales en el desarrollo del niño, no podemos evitarlas, pero si podemos minimizarlas o incluso adelantarnos a ellas para que sean menos intensas, de esta manera, las rutinas son una base para minimizarlas, ya que podemos evitar que exploten por hambre o por sueño con una buena rutina diaria donde ellos saben adelantar la hora de la comida o de dormir. Un ambiente preparado donde el pequeño pueda explorar libremente, experimentar, moverse con libertad ya que un niño rodeado de prohibiciones se llena de frustración. Y por último, el amor y la compresión, es lo más vital para ayudar a nuestros hijos a entender sus emociones y a conocer el mundo que les rodea.

No es el momento de gritar o de intentar hacerle razonar y mucho menos de abandonarle, si no, que como hemos visto, es el momento de acompañarle y entenderle.

Nosotros también debemos mirarnos a nosotros mismos, conocer nuestras propias emociones para poder conectar con las emociones de nuestros hijos y así actuar con ellos desde nuestro propio equilibrio emocional.

Espero haberos ayudado, recordar que podéis seguirme en Facebook Mami Me Mima blog, también en Instagram @mamimemimablog y si tenéis alguna consulta personal podéis escribirme al correo blogmamimemima@gmail.com y estaré encantada de ayudaros.

¡Muchas gracias familias!

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