PERIODOS SENSIBLES DE MARÍA MONTESSORI

“Sembrad en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan; los niños se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón”

María Montessori

Este confinamiento me ha servido para estudiar mucho y renovar mi mente y mi alma. Hacía tiempo que perseguía a Montessori y aquí está, me quedo con muchas enseñanzas preciosas que sé que me van a servir tanto en mí día a día como educadora, pero sobre todo en mi papel de mamá.

Hoy os quiero presentar lo que María Montessori llamó PERIODOS SENSIBLES, es decir, unos momentos de gran e intensa sensibilidad en los niños gracias a los cuales van realizando conquistas, como por ejemplo el lenguaje.

Todos los niños, a lo largo de sus etapas de desarrollo, pasan por estos periodos que luego tienden a desaparecer.

Sus características principales son:

  • SON TRANSITORIOS, TEMPORALES E IRREPETIBLES: Tienen un tiempo específico para su manifestación, pero si el ambiente que rodea al pequeño es pobre de estímulos de referencia de estos periodos, desaparecen sin ser aprovechados. También desaparecerán cuando se ha formado una característica específica y ya no es necesaria la sensibilidad.
  • SON UNIVERSALES: Todos los niños adquieren su lenguaje, ordenan su mente en relación a su cultura y desarrollan todos sus sentidos y movimientos.
  • SON SUBCONSCIENTES: Trabajan en la psique del niño mucho antes de que observemos su evidencia. Normalmente, cuando la característica se vuelve consciente, la sensibilidad desaparece.

Para Montessori, los periodos sensibles principales en los niños de 0 a 6 años son:

  • PERIODO SENSITIVO DEL ORDEN: Tiene su cúspide a los 2 años. Es uno de los más importantes, ya que abarca desde el nacimiento hasta los 6 años, aunque se presenta con más intensidad desde el primer año hasta los 3 años. Los niños a esta edad tienen una necesidad de orden de las cosas externas, la colocación de los objetos en el ambiente debe ser siempre igual, ya que así se puede orientar haciendo suyo ese ambiente. El orden les va a dar confianza, permite la concentración, ayuda a ejecutar los ejercicios, da un punto de referencia, además de dar confianza, seguridad, consistencia y rutina. La naturaleza le da al niño esta sensibilidad para que se construya un sentido interior de las relaciones de las cosas, es decir, para llegar  al orden interno y ver que las relaciones entre varios objetos necesita un orden externo.
  • PERIODO SENSITIVO DE REFINAMIENTO DEL MOVIMIENTO: Tiene su cúspide antes de los 3 años, pero va desde el primer año hasta los 4. El movimiento voluntario tiene un fuerte impacto en el desarrollo de la psique porque está ligado al desarrollo de la voluntariedad. En este momento, a los niños les interesan los movimientos precisos, por eso tienden a repetir los ejercicios una y otra vez, hasta que consiguen y dominan esta precisión. Es un periodo en el que aumenta la independencia, se interesan por los detalles, imitan a los adultos y sus movimientos, desarrollando su mano y equilibrio al mismo tiempo.
  • PERIODO SENSITIVO DE REFINAMIENTO DE LOS SENTIDOS: Tiene su cúspide de los 2 a los 4 años. Las percepciones sensoriales (visuales, auditivas, olfativas, gustativas, táctiles, térmicas y quinestésicas) son el instrumento por el cual el niño entra en contacto con su ambiente y aprende, a través de ellos toma posesión del ambiente y construye y desarrolla su inteligencia.
  • PERIODO SENSITIVO PARA LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE: Tiene su cúspide a los 2 años, pero se inicia mucho antes, concretamente hacia los 7 meses de embarazo y termina aproximadamente a los 6 años. En esta etapa absorbe los aspectos de su lengua materna, la pronunciación, la entonación, el vocabulario y la estructura gramatical.
  • PERIODO SENSIBLE DE LA ABLACTACIÓN: Se da a partir de los 6 meses, cuando el bebé ya puede comer alimentos sólidos.
  • PERIODO SENSIBLE DE LAS RELACIONES SOCIALES: Tiene su cúspide a los 4 años, pero empieza a los 2 y medio hasta los 6 años. El niño se hace consciente de que pertenece a un grupo social y comienza a mostrar un interés por los otros niños, jugando con ellos de forma cooperativa. Empiezan a modelarse en la conducta social adulta, por lo que es importante tratarles con respeto para que puedan adquirir las normas sociales adecuadas.
  • PERIODO SENSIBLE DE OBJETOS PEQUEÑOS: Alrededor del año se empiezan a sentir atraídos hacia los pequeños detalles. Gracias a la manipulación de los objetos pequeños, la coordinación óculo-manual se vuelve más refinada y precisa. Como adultos, debemos permitir la exploración hacia estos pequeños detalles, ofrecer actividades para comparar y actividades en las que los pequeños detalles sean relevantes y de importancia.
  • PERIODO SENSIBLE DEL COLOR: Se da entre los 3 y los 3 años y medio.
  • PERIODO SENSIBLE DE LA EXPLORACIÓN TÁCTIL: Se da entre los 2 y los 3 años y medio.
  • PERIODO SENSIBLE DE LAS DISCRIMINACIONES: Se da entre los 4 y los 6 años.
  • PERIODO SENSIBLE PARA CONTAR NÚMEROS: Se da a los 4 años.

Seguramente al leer esto veáis a vuestros hijos reflejados en alguno de los periodos o incluso en varios a la vez.

Lo más importante que tenéis que tener en cuenta es la adecuada estimulación de cada periodo sensible, es decir, debemos ofrecer a nuestros pequeños lo mejor para que desarrollen correctamente todas las habilidades potenciales que tienen, pero como ya os he hablado en anteriores post, nuestro papel debe ser respetuoso, sin juzgar y sin sobrestimular.

Ofrecer lo mejor a nuestros hijo en cada momento no significa dárselo todo, significa observar sus necesidades y actuar ante estas, significa conocer a nuestros pequeños en todos los sentidos, significa saber en qué etapa, momento y periodo de desarrollo se encuentran para poder ofrecer una buena estimulación, pero lo más importante que podemos ofrecer siempre, recordar que sois vosotros mismos como papá y mamá.

Espero haberos podido ayudar y recordar que podéis  seguirme en Facebook Mami Me Mima blog, en Instagram @mamimemimablog y para cualquier consulta personal, no dudéis en escribirme al correo electrónico blogmamimemima@gmail.com

Muchas gracias familias.

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Nuestro papel en el juego de los niños durante los primeros años

“La forma en la que hablamos a los niños se convierte en su voz interior”

Peggy O´Mara

Si me seguís en redes sociales, últimamente os estoy hablando del acompañamiento en el juego por parte de los adultos, es decir, nuestro papel como mamá, papá o educador cuando nuestros pequeños están jugando.

Seguramente muy pocos os habéis preguntado qué podéis hacer con ellos, ¿Los dejáis libres mientras vosotros aprovecháis para hacer otras cosas? ¿Os gusta dirigir sus juegos y darles instrucciones para que “jueguen correctamente”? ¿Os sentáis a su lado a disfrutar? ¿Os sentáis a su lado y estáis pendientes del móvil?

Como veis, se pueden adoptar muchos roles en el juego del niño.

El juego es una necesidad básica en la vida del niño desde el principio. Mediante el juego conoce el mundo que le rodea, aprende, experimenta e investiga. El juego, se podría decir, que es la gasolina para el desarrollo óptimo del cerebro del niño. No es una pérdida de tiempo.

Pero en este juego, los adultos que están con el bebé tienen un papel clave.

El desarrollo y el estímulo que se obtenga de los adultos en los primeros años de vida es primordial para desarrollar las habilidades intelectuales del niño. A través del juego desarrollan sus habilidades físicas, psicológicas, sociales y emocionales, potencia sus talentos, habilidades e intereses, les ayuda a aprender qué es la vida ayudándoles a integrar toda la información que les llega.

Nosotros como adultos debemos estar ahí tanto físicamente como mentalmente, ellos tienen que sentir que formamos parte de su juego.

El primer año del bebé es vital para todo su desarrollo tanto emocional como intelectual, y es vital que los adultos estén continuamente acompañando a ese bebé.

Vamos a dejar atrás la idea “no le cojas en brazos que se acostumbra” “déjale llorar para que aprenda” “déjale en la hamaca para que se esté quietecito”.

No, el bebé no se acostumbra a los brazos, el bebé necesita ser cogido en brazos, necesita el calor de su mamá o de sus cuidadores, necesita saber que sus demandas van a ser satisfechas, el bebé no tiene que llorar horas y horas y sentirse abandonado, debe estar acompañado en todo momento, es vital el desarrollo del vínculo y del apego seguro para su óptimo desarrollo emocional y cerebral y para su futuro.

Cuando empiezan sus primeras investigaciones, sus primeros juegos, nosotros debemos estar a su lado. El bebé explora el entorno seguro, se empieza a mover, descubre objetos, pero para que esto lo haga de manera segura necesita desarrollar una seguridad afectiva con su cuidador y para ello ¿Qué debe hacer ese cuidador?

Lo más importante es estar disponible para el bebé, estar atentos a él, a sus movimientos. Ofrecer un entorno seguro de juego, sin peligros, ofrecer juguetes sencillos y dejar que los manipulen y los investiguen libremente y de manera autónoma, solo teniendo en cuenta su seguridad y bienestar.

No hay que juzgar, no hay que inferir en ese juego y en ese aprendizaje, podemos hablarle de lo que está haciendo, por ejemplo “Anda, cuantas telas bonitas tienes” pero nunca guiarles en el juego, dejar que sean ellos mismos quienes descubran todas las posibilidades que tienen.

Nuestro tono de voz debe ser suave, afectuoso, lleno de amor, con una mirada tranquila, siempre debemos estar a su altura y mirarles a los ojos.

Es importante saber que las emociones se pegan. ¿Qué quiere decir esto? muy sencillo, que las emociones que tenemos los adultos las van a notar los pequeños con los que estamos, se las vamos a transmitir gracias a unas neuronas llamadas neuronas espejo que se activan cuando la otra persona ejecuta una acción. Por ello es importante estar tranquilos, conocer nuestras emociones para de esta manera poder ayudarles a conocer las suyas propias cuando sea necesario.

El acompañamiento emocional es muy importante en el juego. Los niños deben sentirse acompañados en todo momento, deben sentir tu seguridad para su desarrollo óptimo. Cuando existe una frustración, una explosión o rabieta o, incluso, una alegría por haber conseguido un objetivo, nosotros debemos estar ahí para acompañarles, apoyarles y para ayudarles en caso de necesidad. Otro día os hablaré de cómo actuar ante estas explosiones emocionales o rabietas y de cómo acompañarlas.

Por eso es importante nuestra presencia con todos nuestros sentidos, aunque ellos estén jugando sin hacernos caso, debemos seguir acompañando y por supuesto cuando nos necesiten, siempre debemos estar ahí, siempre hay que coger a los niños, siempre hay que hablarles con calma, siempre hay que estar a su altura, siempre debemos dejar nuestro ego adulto a un adulto, siempre debemos expresar las emociones que sentimos, nunca debemos dejarles llorar, aunque para nuestro ego adulto ese llanto sea una tontería, para ese niño, para ese bebé ese llanto tiene un significado muy grande que debemos ayudar a sacar.

¿Qué pretendo decir con esto?, pues que todos los adultos debemos ser un ejemplo para los niños.

Los niños aprenden de manera individual y autónoma, por eso no debemos dirigir su aprendizaje, no hay que enseñar nada para lo que no estén preparados ni sobrestimular. Lo más importante es esa libertad de movimientos para su libre investigación y por supuesto, el respeto hacia la etapa en la que se encuentra, ya que no se nos tiene que olvidar que son niños.

Nosotros, en nuestro papel de mamá, de papá o de educador, debemos observar y escuchar, debemos atenderles, ayudares, protegerles, debemos pedir perdón cuando sea necesario, empatizar con sus emociones y tomarnos en serio sus necesidades.

Pero, ¿Qué pasa con los castigos? Esta es otra idea que debemos desechar ya que los castigos lo único que hacen a nuestros hijos es generar desconfianza, mellar su autoestima, humillar a los niños y llenarlos de tristeza. ¿De verdad queréis todo esto para vuestros pequeños? Yo espero que no.

Los niños pequeños tienen unas necesidades muy básicas que deben ser atendidas por el adulto:

  • Necesidad de contacto.
  • Necesidad de atender sus necesidades básicas y emocionales.
  • Necesidad de atención.
  • Necesidad de llanto, ya que durante un tiempo es su única forma de comunicación.
  • Necesidad de sentirse seguros para explorar y atender.

Si estas necesidades están cubiertas al completo, vuestros pequeños se irán desarrollando de forma óptima y segura, desarrollando un vínculo y un apego seguro, base fundamental para el desarrollo óptimo cerebral y para todo su futuro.

Recordar que los primeros tres años de vida son fundamentales para el desarrollo óptimo de los niños, es la base para todo su futuro, los cimientos de una casa.

Os animo a participar activamente del juego de vuestros hijos, no dejéis de acompañarles, ellos están marcando las bases de su aprendizaje, pero nosotros también estamos aprendiendo mucho de ellos.

Muchas gracias familias, espero haberos ayudado.

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Yo soy feliz

“En cada niño debería poner un cartel que dijera: Tratar con cuidado, contiene sueños”

Mirko Badiale

Hace ya cinco años que Vanessa, un terremoto de mujer, apareció en mi vida siempre acompañada de su sonrisa.

Su pequeño hijo asistía a la escuela donde trabajo y desde el principio tanto ella como su familia tuvieron una gran conexión con todas nosotras. Es esa familia que siempre está, siempre tienen buenas palabras, siempre tienen el gracias y la sonrisa cerca, esa familia que te hace sentir orgullosa de tu trabajo.

Su pequeño ya está en el cole desde hace varios cursos, pero ella sigue muy cerca de mí, algo extraño y que no suele suceder o sucede muy pocas veces, por eso, cuando pasa, hay que agarrar fuerte esa amistad y no dejarla partir.

Hemos coincidido mucho, hemos hablado muuuucho, nos hemos apoyado y entendido solo con una mirada y ahora tengo el gran privilegio de que quiera colaborar en mi pequeño proyecto con su gran cuento por el que tanto ha luchado, porque ella es así, una luchadora ante las adversidades de la vida.

Yo soy feliz, un gran cuento de una maravillosa mujer, una maravillosa profe, una maravillosa amiga, pero sobre todo, una maravillosa mami ¡Gracias de corazón! Estoy muy feliz de que podáis conocerla y disfrutarla.

Tuve la suerte de conocer a Ana hace cinco años. Es un ser adorable, pues va repartiendo alegría y sonrisas entre los niños y las niñas de la escuela infantil en la que trabaja. Fue una de las educadoras de mi hijo, y siempre actuaba con dulzura y mimo al mismo tiempo que establecía rutinas y límites.

Hoy, me brinda este espacio suyo de ideas, sensaciones, emociones y sueños que se convierten en realidades tangibles con cada colaboración, con cada post que sube repleto de creatividad, con cada imagen reflejando el color y el amor desde el que trabaja. Por tanto, Ana es uno de los ingredientes de mi propia receta de la felicidad. Si siguen leyendo este artículo, entenderán el por qué de esta frase.

Para los que no me conocen, mi nombre es Vanesa, y me dedico a dos profesiones bellísimas: la enseñanza y la escritura.

En este bello paseo por su blog vengo a mostrar mi sueño hecho realidad: la incursión en la literatura infantil. Mi recorrido por este camino del cuento infantil es relativamente reciente, ya que comenzó a finales de 2017. No obstante, desde el principio vengo trabajando con la misma ilusión, entusiasmo y amor que Ana pone en sus proyectos.

Vanessa y Raquel

Yo soy feliz es un cuento catalogado como álbum ilustrado de 5 a 8 años, que  vio la luz en Diciembre de 2018. El proceso creativo ya había comenzado en 2017, y luego vinieron todos los pasos necesarios hasta poder salir a los cauces de promoción y venta casi un año después de la mano de Ediciones Camelot. Mientras me encontraba inmersa en la búsqueda de ilustrador o ilustradora que diera color y vida a mis personajes, apareció Raquel Aguilar. Me mostró su forma de dibujar y me quedé impactada por el bello colorido que pone en sus trabajos, de modo que lo tuve claro desde que conectamos.

La idea del cuento surge a raíz de un delicado trance de salud por el que pasé hace unos años. Tras una conversación con mi hijo, éste me dijo que era muy feliz, pronunciando, de este modo, las palabras que darían lugar al título. De ahí que no pudiera cambiar el nombre del protagonista porque sería una traición a mi pequeño cachorro.

Yo soy feliz es el diálogo entre el pequeño Elías y su ratón de peluche, Marcelo. En su conversación van añadiendo los ingredientes que conformarán la receta de la felicidad vista desde los ojos de un niño.

Así, valores como el amor, el respeto, la tolerancia y la aceptación de la diversidad se cocinan en este cuento con el que pretendo extender la labor pedagógica más allá de las aulas. El aprendizaje es bidireccional porque los niños aprenden de los adultos y viceversa.

Imagen del cuento Yo soy feliz

En esta etapa de pausa obligada que nos está tocando vivir,  teniendo que adaptarnos a una nueva realidad en la que el tiempo es un bien que no escasea como antes,  cobran un marcado valor los mensajes de Yo soy feliz que hacen alusión a la necesidad de encontrar tiempo para reflexionar, y ser capaces de ralentizar el frenesí de  la vida de vez en cuando. Y como bien dice el personaje principal, “más risas y menos prisas”.

Hay un nuevo cuento cocinándose, así que puede que muy pronto vuelva a darme otro paseíto por estas avenidas hermosas de mamimemimablog.

Para Ana. Gracias por acompañarme en esta hermosa aventura, y abrir ventanales de luz a mis proyectos.

Links de interés:

https://www.lne.es/cuencas/2018/12/29/feliz-cuento-amor-respeto-aceptacion/2403679.html

https://cadenaser.com/emisora/2020/01/02/ser_madrid_norte/1577948553_825304.html

https://cplleronclarin.wordpress.com/2019/04/30/cuentacuentos-con-vanesa-gonzalez/

http://ceiparturoduo.oyemiradio.com/podcasts.php

Puntos de venta:

https://www.casadellibro.com/libro-yo-soy-feliz/9788494940248/8929885

https://www.elcorteingles.es/libros/A30328927-yo-soy-feliz-tapa-blanda-9788494940248/

https://www.amazon.es/s?k=yo+soy+feliz+vanesa+gonzalez&__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&ref=nb_sb_noss

Resiliencia para nosotros y nuestros pequeños

“Las dificultades preparan a las personas comunes para destinos extraordinarios”

C. S. Lewis

En estos días extraños estoy escuchando más que nunca esta palabra… RESILIENCIA. Pero, ¿Qué es la resiliencia? ¿Todas las personas la poseemos? ¿Cómo podemos llevarla a cabo? ¿Y nuestros hijos? Después de estos días de confinamiento… ¿También serán niños resilientes?

La resiliencia es el proceso de adaptarse y salir beneficiado de un trauma, una tragedia, una amenaza o fuentes intensas de tensión. Es decir, la adaptación a la adversidad. Esto no quiere decir que la persona resiliente no experimente dificultades, dolor emocional o tristeza.

El camino hacia la resiliencia está lleno de este tipo de obstáculos, pero a pesar de ellos y el impacto que crean en nuestra vida, somos capaces de adaptarnos y sobreponernos a lo largo del tiempo.

La resiliencia es un conjunto de emociones, pensamientos y conductas que todas las personas pueden tener. Se podría decir, que todos hemos sido resilientes en algún momento de nuestra vida.

Uno de los factores más importantes en la resiliencia es tener relaciones de cariño dentro y fuera de la familia. Modelos a seguir que nos ofrecen seguridad. El apoyo emocional es vital en situaciones abrumadoras.

Otras conductas importantes para ser una persona resiliente son:

  • Tener una visión positiva de nosotros mismos.
  • Tener unas correctas habilidades de comunicación con los demás y de solución de problemas.
  • La capacidad para hacer planes realistas en su vida.
  • Tener un buen manejo de los sentimientos, emociones e impulsos.
  • Aceptar la realidad tal y como es y aceptar los cambios como parte de la vida.
  • Creer firmemente que la vida tiene sentido.
  • Tener una alta capacidad de mejora.
  • Tener una alta empatía con los demás.
  • Saber identificar la causa de los problemas.
  • Tener un pensamiento realista y flexible.

La educación que demos a nuestros hijos debe estar basada en desarrollar la resiliencia en ellos desde que son pequeños a través de conductas adaptativas además de ser un guía para ellos, para su vida y para su conducta.

Algunas de estas conductas importantes para ellos son:

  • Tener amigos. Es fundamental para ellos saber que tienen amigos, que son parte de esa red social ya sea en la escuela, en el colegio o en el parque.
  • Educar para ayudar a los demás. Fomentar la ayuda y la cooperación hará que sean niños empáticos con ganas de estar con sus iguales.
  • Es importante tener una buena y sana rutina diaria, basada en sus necesidades.
  • Combatir sus inquietudes y preocupaciones como forma de expresión de sentimientos y emociones.
  • Enseñar a los niños a cuidarse desde que son pequeños, con unas buenas rutinas de aseo y con el fomento de la autonomía, haciendo sus tareas poco a poco cada vez más complejas y depositando toda nuestra confianza en ellos en cada hito conseguido, además de mostrarles nuestra ayuda en caso de necesitarla.
  • El fomento de una autoestima positiva, la confianza en sí mismos es vital para el desarrollo de una personalidad fuerte y de la resiliencia.
  • Enseñarles a ver lo positivo de las situaciones. Sacar siempre el lado bueno de lo que sucede y quedarnos con ello.
  • Enseñarles que el cambio es parte de la vida. La vida no es estática y hay que adaptarnos de la mejor manera posible a todos estos cambios que nos van llegando.

Cuando les enseñamos a enfrentar una situación con actitud positiva, les estamos ayudado a desarrollar su resiliencia.

Hay cuatro palabras fundamentales en las que debemos basar la educación de nuestros pequeños si queremos que sean niños resilientes:

  • TENGO: Enseñarles a sentirse afortunados por lo que tienen, educar en positivo.
  • PUEDO: Enseñarles que pueden conseguir lo que se propongan. Fomentar su autoestima dejándoles tomar decisiones y ayudando a su sentido de la responsabilidad.
  • SOY: Enseñarles a saber quiénes son y a conocer su valía.
  • ESTOY: Enseñarles a sacar partido de todas las situaciones, a no perder la calma, a conocer sus emociones.

Todo esto se hace brindando amor incondicional y comprensión. Nuestros hijos tienen que saber que cuentan con nosotros en todo momento, que damos confianza, que acudimos en su ayuda cuando lo necesitan.

Hay que identificar y cultivar los procesos, estados y cualidades positivas, hay que enseñar habilidades de autorregulación (aprender de sus errores), enseñar el manejo de sus emociones y aprender de lo que sale mal.

 Para esto, es vital el lenguaje que utilizamos. Debe ser siempre un lenguaje positivo, siempre a su altura y explicando los procesos por los que se está pasando, evitando fuertemente cualquier tipo de etiqueta (tanto positiva como negativa) hacia los niños.

Durante este confinamiento que nos está tocando vivir, podemos desarrollar su resiliencia estando en casa:

  • Desarrollando vínculos emocionales con toda la familia que convive en casa.
  • Proponiendo retos que se puedan manejar y aumentando poco a poco su dificultad.
  • Ayudar a ser conscientes de que debemos mejorar la salud del planeta.
  • Fomentar la empatía, el ponernos en el lugar del otro, ya que todos, en estos momentos, lo estamos pasando mal.
  • Aprovechar para hablar con ellos, explicar lo que necesiten y siempre decir la verdad, aunque sea duro  o difícil.
  • Ayudar a la comunicación emocional de nuestros pequeños. Identificar sus emociones es vital para su desarrollo.
  • Es un buen momento para hablar de las amistades y de la familia y de la importancia que tienen, ahora que no podemos verles.
  • No esconder los miedos. En estos días, pueden surgir miedos en relación con la situación vivida, hay que hablarlos y afrontarlos juntos.
  • Ayudar a fomentar la empatía y la autonomía y el autocuidado personal.

Poco a poco vamos viendo la luz, pero todavía nos queda un camino largo por recorrer en estos días extraños, por eso vamos a hacernos todos resilientes en esta situación y en otras situaciones adversas por las que tengamos que pasar a lo largo de nuestra vida.

Quiero dedicar este post a una persona muy importante en mi vida y muy resiliente desde que era muy pequeña, mi hermana. Por suerte o desgracia nos hemos tenido que enfrentar a muchos retos que nos han enseñado mucho y por eso hoy somos así. Sigue así Tata, eres muy grande y especial.

Muchas gracias a todas las familias, recordad que podéis seguirme en Facebook Mami Me Mima blog, en Instagram @mamimemimablog y, cualquier consulta personal que tengáis, en el apartado de contacto del blog, me tenéis a vuestra disposición en el correo electrónico del blog.

Todo saldrá bien

La salud es la unidad que da valor a todos los ceros de la vida”

Bernard Le Bovier de Fontenelle

Es increíble la acogida que están teniendo las colaboraciones, por eso le pedí a otra de “mis mamis” que si dentro de esta vorágine de vida que lleva podía escribir para nosotros.

Y aquí está, ella es Elda, enfermera y mamá, y cuenta en primera persona como está viviendo estos días extraños, su relato hace que resbalen las lágrimas y se erice la piel y más al pensar que llega a casa y tiene que seguir como mamá de su Rey.

Como bien dice ella, yo también os pido responsabilidad, por favor. Estos relatos son sólo una pequeña parte de todos los sanitarios que luchan día y noche por nosotros, personas que van a tener que convivir con estos horrores que están viendo por el resto de sus días, por favor, vamos a ser prudentes en nuestras salidas, son muchos días de confinamiento, pero también son muchas personas las que se juegan su vida y la de su familia.

Ánimo Elda, eres un gran ejemplo y gracias, gracias por estas preciosas palabras que llegan al corazón.

Hoy es el día en el que se empieza a ver la luz al final del túnel: Llevamos unos días saliendo a la calle con los niños durante una hora y ya la población puede salir a hacer deporte al aire libre y a dar paseos. Yo, hoy, me siento a relatar mis sentimientos durante esta crisis provocada por la enfermedad del coronavirus.

Soy Elda, enfermera en un hospital del centro de Madrid. Antes de que todo esto ocurriese trabajaba en endoscopias. Todo transcurría con normalidad hasta que el lunes 9 de marzo se empezó a sentir cierta preocupación en el ambiente. El equipo y los compañeros, con los que cada mañana comenzábamos a trabajar, sentían preocupación, dudas: “¿Tal vez deberíamos trabajar con mascarillas?”; “Conozco un caso de un familiar que está contagiado con coronavirus y está grave y no es mayor… esto no es un catarro”. Dudas, miedos, desconocimientos… resumiendo: Incertidumbre.

En lo que a mi concierne, la noche de ese mismo día, mi hijo, un niño de 20 meses, empezó con fiebre, la cual no le dimos mayor importancia. Al día siguiente amaneció con tos con lo que decidimos acudir al servicio de urgencias por la noche. Todo resultó ser un catarro o un virus de la infancia sin importancia. A los dos días, yo misma comienzo con tos y fiebre….Mil dudas. El viernes llamo al hospital para decir que estoy con fiebre y, desde el servicio de prevención laboral, me aconsejan quedarme en casa unos días. En mi servicio ya hay algún compañero contagiado del COVID-19. Al día siguiente, día 14 de marzo, el gobierno decreta el Estado de Alarma para hacer frente a la expansión del coronavirus.

Tras ocho días de fiebre, mi niño, recupera su fuerza y vitalidad y yo, poco a poco, voy encontrándome mucho mejor. Me hacen un test de PCR en el hospital donde trabajo y, tras conocer el resultado negativo del mismo, me incorporo a trabajar el día 31 de marzo.

Sentimientos encontrados es lo que percibo en mi vuelta al trabajo. Siento que debo estar al pie del cañón, aportando lo mejor de mí en estos momentos y, por otro lado, el temor invade mi mente: “¿Si lo que he tenido no es el coronavirus?; ¿si me infecto y llego a casa y les contagio a las dos personas que más quiero y que vivo con ellas?; ¿y si tal vez debería irme de mi casa hasta que esto se controle?” En fin: Mil y un temores rondaban por mi cabeza.

Llego al hospital y me encuentro con lo que ya me estaba imaginando. Nada es igual a como lo dejé. Acudo a la unidad en la que trabajaba y ya mi jefa me dice que “no sabe dónde voy a ir a parar”. Tal vez a UCI (Unidad de cuidados intensivos) porque he trabajado allí en otras ocasiones (hace años pero algo de conocimiento tengo). Ese primer día voy a una planta en la que no hay ningún paciente confirmado de coronavirus pero todos son sospechosos. Se palpa la inquietud y la preocupación por parte del personal. Al día siguiente, me toca formar parte del equipo que abrirá una nueva UCI de COVID-19 en la CMA (Cirugía mayor ambulatoria) del hospital.

El siguiente día voy a la UCI de Pediatría. Ya no son niños, sino, pacientes adultos infectados por coronavirus y muy graves. Sin duda, afronto el día más duro de todos durante esta crisis. Me adentro en una UCI donde, además, yo empecé mi carrera profesional y en la que ahora ya no hay niños sino adultos. Me invaden miles de recuerdos, miles de momentos en los que yo he estado allí trabajando. Mi mente piensa durante unos minutos sobre el cambio drástico de las circunstancias. Me enfundo en mi EPI (equipo de protección individual) y me pongo a trabajar intentando dar y aportar lo mejor de mí. Así he estado todo este tiempo, unos días en la UCI de “pacientes no Covid” y,  otros días, en la UCI de “pacientes Covid”. Reciclándome, aprendiendo e intentando aportar todo mi trabajo y esfuerzo. Siguiendo mi lema fiel: “Cuida como te gustaría que te cuidasen a ti”.

Los miedos desaparecen, piensas en que vas a hacer las cosas lo mejor que esté en tu mano y que, si el destino te lleva a contagiarte de la enfermedad, pues ya verás cómo actuarás, pero, no puedes estar con miedo durante todo el tiempo que dure esta situación.

Ahora os hablaré del “ritual” que sigo al llegar a casa después de mi jornada laboral. Entro en casa y allí están esperando mis dos hombres. El pequeño ya ni se acerca a mi pues sabe que, hasta que mamá no sale de la ducha, no se le puede tocar. Me quito los zapatos en la puerta de casa, me pongo las zapatillas de casa, me voy al tendedero, allí meto toda la ropa a la lavadora, la pongo y me voy a la ducha. Así día tras día. Es pesado, pero, “es lo que toca”. Después de la ducha, mi pequeño, mi mayor y yo ya podemos jugar durante el resto de la tarde.

Es muy duro ir a trabajar sabiendo que te expones a un virus peligroso que afecta a varios sistemas de nuestro organismo y que, si te infectas, lo más normal es que, por edad y estado físico, lo pases como una gripe. Pero, “¿si eres de esas personas que se ponen graves y lo pasan muy mal debatiéndose entre la vida y la muerte en una UCI?” Intentas pensar lo menos posible. Te escudas en otros pensamientos y cuando no puedes más, rompes a llorar.

Hablemos ahora del cansancio. En mi caso, mi pareja trabaja en la gestión de otro hospital de las afueras de Madrid. Él ya no va todos los días al hospital. Trabaja dos días desde casa y, al tercero,  trabaja de manera presencial (en el hospital). Esto, sin contar los fines de semanas y festivos que no trabaja. Yo he librado, hasta ahora, solamente los días que mi pareja trabajaba presencialmente para, poder así, quedarme con el pequeño: “El Rey”, de 20 meses,  que no para un segundo (como es normal) y que es como echarte encima, y en sentido figurado, otra jornada laboral. Con esto, y resumiendo, esta temporada ha sido muy dura, física, sentimental y emocionalmente hablando.

Ya se va viendo la luz de este duro y oscuro camino. Yo, desde el día 28 de abril, estoy de vuelta en el servicio de endoscopias. Las ampliaciones de Urgencia del hospital se han cerrado. Muchas plantas de hospitalización, en la que estuvieron ingresados pacientes de coronavirus, han vuelto a la normalidad y están ya con pacientes no COVID-19. Y alguna de las UCIS que fueron abriéndose por distintas partes del hospital, se han cerrado. Hay que tener prudencia por lo que pueda pasar, pero estamos yendo por el buen camino.

No quiero alargarme más pero, no puedo despedirme de vosotros sin pediros, por favor, RESPONSABILIDAD. Ha sido una temporada muy dura para sanitarios, policías, dependientas, personal de tiendas, bomberos, ejército, repartidores….. Ha sido una temporada muy dura para los NIÑOS. Estar en casa encerrados. Una temporada muy dura para nuestros mayores y para todos.

PRUDENCIA. Por favor, hagamos las cosas pensando en lo que puede acarrear. Distancia de seguridad, lavado de manos, mascarillas….debemos seguir todas las recomendaciones porque,  JUNTOS VENCEREMOS A ESTE VIRUS.

Tiñiendo Judías

“Quien quiera entender más debe jugar más”

Gottfried Benn

Como ya sabéis, estos días hemos hecho un pequeño taller en casa muy sencillo, hemos teñido unas judías para luego jugar con ellas.

Es un experimento que tenía ganas de hacer con el Pequeño Caballero, lo había visto a otras mamis y educadoras y me parece que tiene multitud de juegos, así que vamos a ello.

¿Qué necesitamos?

  • Judías o cualquier legumbre blanca.
  • Bolsas zip.
  • Colorante alimentario.
  • Vinagre.

El proceso es muy sencillo, se pueden esparcir en el suelo todas las judías y animar a los peques a que las metan en las bolsas. Les vamos a dejar tiempo para que experimenten con ellas, que jueguen (cuidado por si se las meten en la boca). Cuando están todas las judías repartidas en las bolsas, se añaden unas gotas de colorante (no mucho, con unas gotitas es suficiente) y un chorrito de vinagre. Se cierran bien las bolsas y dejamos a los peques que hagan ellos mismos la mezcla de todo.

Cuando todo está bien mezclado, las judías se tiñen del color elegido, las tenemos que dejar secar en una terraza o cerca de una ventana.

Se ponen en un recipiente con papel de cocina y a secar unas horas.

Nosotros empezamos nuestro juego al día siguiente ya que tuvimos un pequeño percance… al ir a por ellas seguían húmedas ¡Nos habíamos olvidado del vinagre! Así que de vuelta a las bolsas zip con un poquito de vinagre y a la terraza a secar.

Cuando ya estaban listas para jugar, se lo presenté al Pequeño Caballero repartidas por colores en vasos de plástico puestos dentro de un gran recipiente. Además, le puse más recipientes pequeños y diversos materiales como cucharas y cubiertos de madera para jugar.

En cuanto vio sus judías se emocionó, era algo que él mismo había creado y ahora tenía completa libertad para jugar.

Comenzó su juego libre y de investigación.

Primero cogió las judías una por una y las pasó de un vaso al otro recipiente, cogió cada judía con delicadeza, la observó, para finalmente volcarlas todas y mezclar los colores.

Después de un rato se levantó, fue directo a su cocinita y cogió todos los vasos y cubiertos que tiene para introducirlos en su juego.

Hizo trasvases de unos vasos a otros, mezcló colores, luego los separó, las tiró por el suelo, las volvió a recoger en el recipiente grande, practicó la pinza y la motricidad fina con cada pequeño juego que realizaba, las chupó (siempre con vigilancia) y entonces comprobó que desteñían, así que chupó más hasta que sus manos y el suelo quedaron azules, algo que le hizo especial gracia.

Jugó libremente por más de 40 minutos, disfrutando de su creación, de su libertad, de su juego. Inventado, probando, trasvasando, creando nuevos juegos y por ende, nuevos conocimientos.

Esta mañana, al levantarse, ha vuelto a ver el gran recipiente donde están todas las judías y, ¿qué ha hecho?, ir directo a por él gritando judías, mis judías.

¿Qué os parece? Es un taller dividido en dos partes. Una primera parte de juego dirigido, donde nosotros, les preparamos los materiales que necesitamos y les damos las indicaciones precisas, para después dejar un juego libre, donde ellos mismo experimenten, expresen e inventen su propio juego creativo e imaginativo.

Para nosotros ha sido una experiencia muy bonita y enriquecedora, donde hemos visto a nuestro Pequeño disfrutar y crear, haciendo un juego completamente diferente que nunca había probado.

Os animo a realizarlo en casa, pero eso sí, siempre con vigilancia, recordar que estos juegos caseros tienen algunos peligros como la ingesta. Le ponemos colorante alimentario (lo podéis encontrar sin problema en cualquier supermercado) por si lo chupan que no produzcan alergias o intoxicaciones, pero el tamaño de las legumbres es muy peligroso si se lo llegan a tragar, así que, aunque el juego sea muy entretenido para ellos y no os demanden, no aprovechéis para hacer otras cosas y dejarles sin vigilancia, ya que puede ser peligroso.

Disfrutar de su juego y de esos momentos con ellos que son maravillosos. La vida nos está brindando la oportunidad de pasar tiempo con los más pequeños de la casa, ¡aprovechar!

Si os ha gustado y lo probáis, contarme vuestra experiencia y muchas gracias a todas las familias, recordad que podéis seguirme en Facebook Mami Me Mima blog, en Instagram @mamimemimablog y cualquier consulta personal que tengáis, en el apartado de contacto del blog tenéis a vuestra disposición el correo electrónico del blog.

Y gracias de nuevo familias, disfrutad del sol y de la hora al aire libre con los peques, pero siempre con sentido común y respeto.

Y de repente un día se para todo

“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”

William Shakespeare

Sigo recibiendo grandes testimonios de sanitarios que se juegan su vida y su salud día a día en estos días extraños.

Todos los días salimos a aplaudir, ahora también podemos salir con nuestros pequeños a la calle, pero debemos ser responsables, debemos tener ese sentido común que se espera de nosotros, ya que ELLOS siguen trabajando, siguen viendo barbaridades con las que tendrán que convivir el resto de sus días, siguen viviendo por y para nosotros, para cuidarnos y siempre mostrando su mejor cara.

Vamos a hacerlo por ellos, vamos a ser responsables y conscientes de esta situación, no vale solo con los aplausos, vamos a seguir sus indicaciones y sus recomendaciones.

Y sobre todo, vamos a estarles eternamente agradecidos.

Muchas gracias Esther por abrirte y querer compartir con nosotros estas palabras que nos vuelven a erizar la piel ¡Ánimo! Es lo único que puedo deciros, sois muy grandes.

El día a día de un sanitario está rodeado de muchas de situaciones límite. Está acostumbrado a ver sufrimiento, dolor y la muerte muy de cerca. Pero también está acostumbrado a que se agoten todas las posibilidades para que el paciente salga de la situación y/ o sufra lo menos posible. En esta ocasión quizás, sea eso lo que nos está matando por dentro a los sanitarios.

De un día para otro el hospital se transforma; se montan camas Uci en cualquier parte del hospital, falta personal y material especializado, los pacientes empiezan a llegar uno detrás de otro  casi sin margen. Los sanitarios se van reubicando de un lugar a otro del hospital, los materiales empiezan a escasear y por consiguiente, los protocolos se van cambiando día a día e incluso de turno en turno según los recuso que se tengan o la situación de los pacientes en ese momento. Todo esto genera incertidumbre, nadie había visto antes nada igual, y uno empieza  a tener tensión, nervios y porque no decirlo, mucho miedo.  Ver que llegan los pacientes muy malitos a las ucis y que no hay hueco, que los médicos intentan hacer todo para salvarles la vida y que a veces no es posible. Que hay pacientes que se tendrán que quedar solitos en las habitaciones hasta el último suspiro. Y todo esto duele, duele mucho.

Del  famoso E.P.I… Que voy a contar que no sepáis (eso es otra historia).Te enfundas el traje antes de entrar y se te hace un nudo en la garganta, al fin y al cabo, te estás jugando la vida. Te pones una mascarilla que no sabes si filtra lo suficiente, y te pones las gafas que se irán empañando con el paso del tiempo. Cuando entras a la sala es muy difícil reconocer a los compañeros y según pasa las horas cuesta más trabajar.

Cuando sales del trabajo ves las calles casi vacías y el silencio y el ruido de los pájaros son lo habitual. Llegas a casa y lo primero que  haces es darte una ducha  (sin duda en mejor momento del día) y lo haces para no contagiar a los tuyos. Es lo único que te repites continuamente; que nos les contagie, que nos les contagie, que no les contagie

Lo mejor de todo son los COMPAÑEROS. Esas miradas tristes y cómplices junto con los silencios cuando tienes un paciente entre manos que sabes que se va a morir… No hay persona en estos momentos que mejor te entiendan que ellos.  Entre todos nos animamos, nos apoyamos y nos damos fuerza. Unos día lloran unos y otros hacen reír y viceversa y así, poco a poco, vamos intentando salir.

Los aplausos se agradecen y reconfortan mucho. Pero os pido que nos os quedéis solo en esto, os vamos a necesitar a todos cuando esto acabe. Por  la salud de todos.

PS: En todo este tiempo seguro que conocéis a alguien cercano que ha pasado el maldito virus e incluso a quien no lo ha superado y no habéis podido despediros de ellos.  Ellos son los únicos SUPEREROHES  de esta historia tan dura que nunca nadie se hubiera imaginado.

Esther, TCAE de U.C.I.