Todo saldrá bien

La salud es la unidad que da valor a todos los ceros de la vida”

Bernard Le Bovier de Fontenelle

Es increíble la acogida que están teniendo las colaboraciones, por eso le pedí a otra de “mis mamis” que si dentro de esta vorágine de vida que lleva podía escribir para nosotros.

Y aquí está, ella es Elda, enfermera y mamá, y cuenta en primera persona como está viviendo estos días extraños, su relato hace que resbalen las lágrimas y se erice la piel y más al pensar que llega a casa y tiene que seguir como mamá de su Rey.

Como bien dice ella, yo también os pido responsabilidad, por favor. Estos relatos son sólo una pequeña parte de todos los sanitarios que luchan día y noche por nosotros, personas que van a tener que convivir con estos horrores que están viendo por el resto de sus días, por favor, vamos a ser prudentes en nuestras salidas, son muchos días de confinamiento, pero también son muchas personas las que se juegan su vida y la de su familia.

Ánimo Elda, eres un gran ejemplo y gracias, gracias por estas preciosas palabras que llegan al corazón.

Hoy es el día en el que se empieza a ver la luz al final del túnel: Llevamos unos días saliendo a la calle con los niños durante una hora y ya la población puede salir a hacer deporte al aire libre y a dar paseos. Yo, hoy, me siento a relatar mis sentimientos durante esta crisis provocada por la enfermedad del coronavirus.

Soy Elda, enfermera en un hospital del centro de Madrid. Antes de que todo esto ocurriese trabajaba en endoscopias. Todo transcurría con normalidad hasta que el lunes 9 de marzo se empezó a sentir cierta preocupación en el ambiente. El equipo y los compañeros, con los que cada mañana comenzábamos a trabajar, sentían preocupación, dudas: “¿Tal vez deberíamos trabajar con mascarillas?”; “Conozco un caso de un familiar que está contagiado con coronavirus y está grave y no es mayor… esto no es un catarro”. Dudas, miedos, desconocimientos… resumiendo: Incertidumbre.

En lo que a mi concierne, la noche de ese mismo día, mi hijo, un niño de 20 meses, empezó con fiebre, la cual no le dimos mayor importancia. Al día siguiente amaneció con tos con lo que decidimos acudir al servicio de urgencias por la noche. Todo resultó ser un catarro o un virus de la infancia sin importancia. A los dos días, yo misma comienzo con tos y fiebre….Mil dudas. El viernes llamo al hospital para decir que estoy con fiebre y, desde el servicio de prevención laboral, me aconsejan quedarme en casa unos días. En mi servicio ya hay algún compañero contagiado del COVID-19. Al día siguiente, día 14 de marzo, el gobierno decreta el Estado de Alarma para hacer frente a la expansión del coronavirus.

Tras ocho días de fiebre, mi niño, recupera su fuerza y vitalidad y yo, poco a poco, voy encontrándome mucho mejor. Me hacen un test de PCR en el hospital donde trabajo y, tras conocer el resultado negativo del mismo, me incorporo a trabajar el día 31 de marzo.

Sentimientos encontrados es lo que percibo en mi vuelta al trabajo. Siento que debo estar al pie del cañón, aportando lo mejor de mí en estos momentos y, por otro lado, el temor invade mi mente: “¿Si lo que he tenido no es el coronavirus?; ¿si me infecto y llego a casa y les contagio a las dos personas que más quiero y que vivo con ellas?; ¿y si tal vez debería irme de mi casa hasta que esto se controle?” En fin: Mil y un temores rondaban por mi cabeza.

Llego al hospital y me encuentro con lo que ya me estaba imaginando. Nada es igual a como lo dejé. Acudo a la unidad en la que trabajaba y ya mi jefa me dice que “no sabe dónde voy a ir a parar”. Tal vez a UCI (Unidad de cuidados intensivos) porque he trabajado allí en otras ocasiones (hace años pero algo de conocimiento tengo). Ese primer día voy a una planta en la que no hay ningún paciente confirmado de coronavirus pero todos son sospechosos. Se palpa la inquietud y la preocupación por parte del personal. Al día siguiente, me toca formar parte del equipo que abrirá una nueva UCI de COVID-19 en la CMA (Cirugía mayor ambulatoria) del hospital.

El siguiente día voy a la UCI de Pediatría. Ya no son niños, sino, pacientes adultos infectados por coronavirus y muy graves. Sin duda, afronto el día más duro de todos durante esta crisis. Me adentro en una UCI donde, además, yo empecé mi carrera profesional y en la que ahora ya no hay niños sino adultos. Me invaden miles de recuerdos, miles de momentos en los que yo he estado allí trabajando. Mi mente piensa durante unos minutos sobre el cambio drástico de las circunstancias. Me enfundo en mi EPI (equipo de protección individual) y me pongo a trabajar intentando dar y aportar lo mejor de mí. Así he estado todo este tiempo, unos días en la UCI de “pacientes no Covid” y,  otros días, en la UCI de “pacientes Covid”. Reciclándome, aprendiendo e intentando aportar todo mi trabajo y esfuerzo. Siguiendo mi lema fiel: “Cuida como te gustaría que te cuidasen a ti”.

Los miedos desaparecen, piensas en que vas a hacer las cosas lo mejor que esté en tu mano y que, si el destino te lleva a contagiarte de la enfermedad, pues ya verás cómo actuarás, pero, no puedes estar con miedo durante todo el tiempo que dure esta situación.

Ahora os hablaré del “ritual” que sigo al llegar a casa después de mi jornada laboral. Entro en casa y allí están esperando mis dos hombres. El pequeño ya ni se acerca a mi pues sabe que, hasta que mamá no sale de la ducha, no se le puede tocar. Me quito los zapatos en la puerta de casa, me pongo las zapatillas de casa, me voy al tendedero, allí meto toda la ropa a la lavadora, la pongo y me voy a la ducha. Así día tras día. Es pesado, pero, “es lo que toca”. Después de la ducha, mi pequeño, mi mayor y yo ya podemos jugar durante el resto de la tarde.

Es muy duro ir a trabajar sabiendo que te expones a un virus peligroso que afecta a varios sistemas de nuestro organismo y que, si te infectas, lo más normal es que, por edad y estado físico, lo pases como una gripe. Pero, “¿si eres de esas personas que se ponen graves y lo pasan muy mal debatiéndose entre la vida y la muerte en una UCI?” Intentas pensar lo menos posible. Te escudas en otros pensamientos y cuando no puedes más, rompes a llorar.

Hablemos ahora del cansancio. En mi caso, mi pareja trabaja en la gestión de otro hospital de las afueras de Madrid. Él ya no va todos los días al hospital. Trabaja dos días desde casa y, al tercero,  trabaja de manera presencial (en el hospital). Esto, sin contar los fines de semanas y festivos que no trabaja. Yo he librado, hasta ahora, solamente los días que mi pareja trabajaba presencialmente para, poder así, quedarme con el pequeño: “El Rey”, de 20 meses,  que no para un segundo (como es normal) y que es como echarte encima, y en sentido figurado, otra jornada laboral. Con esto, y resumiendo, esta temporada ha sido muy dura, física, sentimental y emocionalmente hablando.

Ya se va viendo la luz de este duro y oscuro camino. Yo, desde el día 28 de abril, estoy de vuelta en el servicio de endoscopias. Las ampliaciones de Urgencia del hospital se han cerrado. Muchas plantas de hospitalización, en la que estuvieron ingresados pacientes de coronavirus, han vuelto a la normalidad y están ya con pacientes no COVID-19. Y alguna de las UCIS que fueron abriéndose por distintas partes del hospital, se han cerrado. Hay que tener prudencia por lo que pueda pasar, pero estamos yendo por el buen camino.

No quiero alargarme más pero, no puedo despedirme de vosotros sin pediros, por favor, RESPONSABILIDAD. Ha sido una temporada muy dura para sanitarios, policías, dependientas, personal de tiendas, bomberos, ejército, repartidores….. Ha sido una temporada muy dura para los NIÑOS. Estar en casa encerrados. Una temporada muy dura para nuestros mayores y para todos.

PRUDENCIA. Por favor, hagamos las cosas pensando en lo que puede acarrear. Distancia de seguridad, lavado de manos, mascarillas….debemos seguir todas las recomendaciones porque,  JUNTOS VENCEREMOS A ESTE VIRUS.

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Y de repente un día se para todo

“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”

William Shakespeare

Sigo recibiendo grandes testimonios de sanitarios que se juegan su vida y su salud día a día en estos días extraños.

Todos los días salimos a aplaudir, ahora también podemos salir con nuestros pequeños a la calle, pero debemos ser responsables, debemos tener ese sentido común que se espera de nosotros, ya que ELLOS siguen trabajando, siguen viendo barbaridades con las que tendrán que convivir el resto de sus días, siguen viviendo por y para nosotros, para cuidarnos y siempre mostrando su mejor cara.

Vamos a hacerlo por ellos, vamos a ser responsables y conscientes de esta situación, no vale solo con los aplausos, vamos a seguir sus indicaciones y sus recomendaciones.

Y sobre todo, vamos a estarles eternamente agradecidos.

Muchas gracias Esther por abrirte y querer compartir con nosotros estas palabras que nos vuelven a erizar la piel ¡Ánimo! Es lo único que puedo deciros, sois muy grandes.

El día a día de un sanitario está rodeado de muchas de situaciones límite. Está acostumbrado a ver sufrimiento, dolor y la muerte muy de cerca. Pero también está acostumbrado a que se agoten todas las posibilidades para que el paciente salga de la situación y/ o sufra lo menos posible. En esta ocasión quizás, sea eso lo que nos está matando por dentro a los sanitarios.

De un día para otro el hospital se transforma; se montan camas Uci en cualquier parte del hospital, falta personal y material especializado, los pacientes empiezan a llegar uno detrás de otro  casi sin margen. Los sanitarios se van reubicando de un lugar a otro del hospital, los materiales empiezan a escasear y por consiguiente, los protocolos se van cambiando día a día e incluso de turno en turno según los recuso que se tengan o la situación de los pacientes en ese momento. Todo esto genera incertidumbre, nadie había visto antes nada igual, y uno empieza  a tener tensión, nervios y porque no decirlo, mucho miedo.  Ver que llegan los pacientes muy malitos a las ucis y que no hay hueco, que los médicos intentan hacer todo para salvarles la vida y que a veces no es posible. Que hay pacientes que se tendrán que quedar solitos en las habitaciones hasta el último suspiro. Y todo esto duele, duele mucho.

Del  famoso E.P.I… Que voy a contar que no sepáis (eso es otra historia).Te enfundas el traje antes de entrar y se te hace un nudo en la garganta, al fin y al cabo, te estás jugando la vida. Te pones una mascarilla que no sabes si filtra lo suficiente, y te pones las gafas que se irán empañando con el paso del tiempo. Cuando entras a la sala es muy difícil reconocer a los compañeros y según pasa las horas cuesta más trabajar.

Cuando sales del trabajo ves las calles casi vacías y el silencio y el ruido de los pájaros son lo habitual. Llegas a casa y lo primero que  haces es darte una ducha  (sin duda en mejor momento del día) y lo haces para no contagiar a los tuyos. Es lo único que te repites continuamente; que nos les contagie, que nos les contagie, que no les contagie

Lo mejor de todo son los COMPAÑEROS. Esas miradas tristes y cómplices junto con los silencios cuando tienes un paciente entre manos que sabes que se va a morir… No hay persona en estos momentos que mejor te entiendan que ellos.  Entre todos nos animamos, nos apoyamos y nos damos fuerza. Unos día lloran unos y otros hacen reír y viceversa y así, poco a poco, vamos intentando salir.

Los aplausos se agradecen y reconfortan mucho. Pero os pido que nos os quedéis solo en esto, os vamos a necesitar a todos cuando esto acabe. Por  la salud de todos.

PS: En todo este tiempo seguro que conocéis a alguien cercano que ha pasado el maldito virus e incluso a quien no lo ha superado y no habéis podido despediros de ellos.  Ellos son los únicos SUPEREROHES  de esta historia tan dura que nunca nadie se hubiera imaginado.

Esther, TCAE de U.C.I.

UNA MAMÁ EMBARAZADA EN CUARENTENA

“Ningún lenguaje puede expresar el poder, la belleza y el heroísmo del amor de una madre”

Edwin H. Chapin

Os traigo una gran colaboración, un relato doble, ¡así que no puedo estar más agradecida!

Ella es una mamá de la escuela infantil donde trabajo, nos lleva a su pequeño desde que era un bebé, confiando en nosotras para su cuidado y educación. Ahora está de nuevo embarazada (y yo que me alegro) ojalá también podamos estar con su futuro bebé, porque tratar con esta familia es absolutamente maravilloso.

También es sanitaria, toda la cuarentena la ha pillado de baja, pero aun así ha querido contarnos como lo está viviendo, como mamá, futura mamá y también como enfermera. Ha querido abrirse y hacernos ver que estos días hay que convertirnos más que nunca en súper mamis por nuestros pequeños y futuros pequeños.

Muchísimas gracias por compartir todo esto con nosotros, por abrir tu corazón.

Como ya he dicho, sois una familia excepcional, con un maravilloso niño y no tengo ninguna duda de que el pequeño Carlos va a llegar para seguir dando felicidad a vuestra familia ¡un beso para los cuatro!

Hola soy la mamá de Pablo, alumno de Ana, la semana pasada me pidió que os contara mi experiencia en estos días ya que además de estar en cuarentena (como todos) y de tener un peque de 21 meses estoy embarazada de 30 semanas.

Empiezo por contaros que mi segundo embarazo no ha sido un camino de rosas, evidentemente no puede ser igual que el primero porque hay un peque al que atender que te pide toda tu energía para él, además he tenido tensiones bajas y he vomitado hasta hace pocas semanas perdiendo peso y muchas fuerzas.

Ahora por fin en el tercer trimestre estoy mejor, pero en fin… ya os podéis imaginar, pesada, insomnio, ardor…aunque muy feliz esperando mi segundo hijo.

Pues bien, llegó el 9 de marzo por la noche y  cierre de escuelas infantiles, colegios, universidades… y bueno ya sabéis lo que viene después….

Nosotros lo afrontamos ya sin bajar al parque y tomando medidas pues se veía que esto era serio.

He de decir que Pablo es un bebe bueno y muy sociable, que está acostumbrado a la calle y a la gente a todas horas (cosa que me encanta). Por lo que deciros que por supuesto están siendo días duros, se asoma a la ventana, mira al parque y dice “NO”, y a mí me da mucha pena, pero como es lo que nos toca vivir no nos queda otra que buscarnos todos los días actividades y juegos para que él sea feliz dentro de casa con nosotros, y por supuesto que lo es TODOS los días.

Me fascina la capacidad que tienen estos peques de enseñarnos que la felicidad está en las pequeñas cosas como despertarse y llamar desde la cuna para descubrir que van a verle papá y mamá y que van a estar con él, se le ilumina la cara con esos ojos tan expresivos que tiene, y en ese momento a ti ya te ha alegrado el día.

Después de eso hacemos rutinas todos los días y mantenemos, más o menos, horarios para que esto no se vuelva un caos

Su padre teletrabaja, así que intentamos dejarle tranquilo todo lo que podemos. Le encanta estar con su madre en el baño así que mientras yo me ducho él está conmigo, encantado y trasteando, saca un montón de sus “tesoritos” de mis cajones, limpia la mampara de la ducha por fuera, después con la crema nos embadurnamos los dos y todo termina cuando le cambiamos y vestimos a él y ya estamos los dos listos para afrontar un nuevo día.

Después hay cuentos (leídos e inventados) , pinturas y manualidades que aunque yo no soy la más habilidosa le encantan, estamos construyendo un pequeño zoo con animales como el cocodrilo, el pulpo, el perro, el caracol… todo con materiales que tenemos en casa ya que nos pilló de improvisto y no tuvimos tiempo de hacernos con mucho material , pero las cajas de los cereales y una plancha de gomaespuma fina hemos hecho hasta coronas con animales que le encanta ponerse, también le encanta decorar con pegatinas todos los trabajos manuales y con las cajas del cartón de leche hemos hecho un circuito con los coches con túneles que a él le encanta también intento que mejore sus habilidades y con dos tubos de cajas de nespresso les he realizado diversos agujeros y he cortado pajitas y se entretiene metiendo las pajitas de agujeros además, como son de colores, aprovecho para estar repitiéndole los colores y que los aprenda.También hacemos  juegos con la pelota , los coches, los animales, los globos… y por supuesto canciones, le encanta bailar e imitarnos, yo le pongo alguna sevillana y la bailo muy exagerada y dando muchas vueltas a él le entra la risa y da vueltas conmigo, también los cantajuegos que con todos los bailes él aprende un montón de movimientos y se lo pasa fenomenal.

Aprovecho siempre un ratito por la mañana para hacer algo de limpieza en la casa, él siempre está encantado de participar y le encanta, me ayuda a poner lavadoras ( siempre lleva algo de ropa y cierra la puerta, espera a que se encienda y se empiece a mover el tambor que es lo que más le gusta) también pasamos la aspiradora juntos, sin duda uno de sus momentos favoritos (no la nombres si no la vas a pasar que empezará a hacer su ruidito y pedirte que la saques) ya que cuando acabo es toda suya y puede jugar a pasarla él por toda la casa. En general me imita con todo limpiar el polvo, tender, barrer y fregar el suelo. Si la fregona esta mojada y le dejo usarla en la cocina es una fiesta, así que para mí es estupendo, puedo limpiar y ordenar y mi niño está contento a mi lado (aunque tardemos el doble eso no importa).

Luego viene la comida y a dormir la siesta, que como está acostumbrado de la escuela son siestas largas y buenas, lo que a mí me deja recuperarme ya que con la actividad que tiene y poco que duermo yo termino agotada.

Cuando se levanta otra vez lleno de energía papá ha terminado de trabajar, y a mí me da un poco de tregua porque es otro más en los juegos y yo puedo estar un rato de observadora. Después merienda, juegos, y si hay sol y hace bueno (que están siendo pocos días) le sacamos a nuestra terraza, que, aunque es pequeñita hace su función, y hacemos juegos. Hemos descubierto que atando un globo a la barandilla con una cuerda larga se divierte muchísimo viendo que cae por fuera pero que lo puede recuperar, o viendo pajaritos o insectos que despiertan toda su curiosidad.

Su momento favorito son las 20h cuando toca salir a aplaudir, no sabéis la energía que gasta en aplaudir, y si yo me canso me grita :”MAMÁ” y tengo que volver a aplaudir, luego se queda saludando a los vecinos (los “nenes” como él los llama) y después tenemos videollamada con los abus, en la que los enseña todo lo que hemos hecho durante el día o lo que le hace ilusión y después empezamos las rutinas nocturnas; baño, cena, algunos dibus (canciones) y a dormir!

Con las hormonas sabéis que en el embarazo a veces nos sentimos tristes y llorosas, enfadadas y cuesta controlarlo, el peque todos los días me enseña que con una sonrisa todo cambia, un abrazo, un beso (porque es muy cariñoso) me da la energía para continuar. Cada descubrimiento que hace le llena su preciosa cara de alegría que nos transmite a su padre y a mí inmediatamente.

Deciros que la cuarentena está siendo dura y cansada, pero gracias a nuestro peque es MUCHISIMO MEJOR, gracias a él todos los días reímos, bailamos, jugamos con los globos… y damos el 100% de nosotros y nos sentimos agradecidos de estar bien y felices de estar juntos y estar esperando un hermano para Pablo. Y a veces cuando me desanimo (que todos tenemos nuestros momentos) pienso que este tiempo de encierro es un regalo, porque me permite pasar todo mi tiempo con mi niño y que cuando nazca su hermano tendré que dividir inevitablemente el tiempo entre los dos, y le miro y le dedico todo mi amor y todo mi cariño que es lo que se merece.

Acabo con una de mis citas favoritas sobre los hijos: “Hijo es un ser que dios nos prestó para hacer un curso intensivo de como amar a alguien más que a nosotros mismos, de como cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros, aprender a tener coraje. Si. ¡Eso es! Ser padre o madre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo? ¿No es nuestro? Fue apenas un préstamo… El más preciado y maravilloso préstamo ya que son nuestros solo mientras no pueden valerse por sí mismos, luego le pertenece a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos” (José Saramago)

UNA SANITARIA EMBARAZADA

Ahora os puedo contar mi punto de vista como enfermera.

Sé que puede asustar toda la situación que estamos viviendo, sobre todo cuando tenemos una vida de nosotras y lo que vemos en las noticias y encerrados no tranquiliza.

Deciros que yo estoy viviendo esto desde la distancia puesto que llevo de baja desde febrero, antes de que esto se descontrolara (ya os he hablado de las dificultades de mi embarazo), pero tengo contacto diario con mis compañeras y amigas, que son el ejemplo del equipo sanitario que nos está atendiendo: vocacional, humano y profesional, que es lo que todos necesitamos ahora. Transmitiros tranquilidad en ese sentido ya que pese a lo que estamos viviendo estamos siendo atendidos por un personal maravilloso y valiente que nos va a cuidar lo mejor que pueden. Dentro de nuestra situación, las que estamos embarazadas estamos siendo mimadas, tanto por la sociedad como por nuestros sanitarios. Ellos intentan que no pisemos mucho las consultas pero que estemos atendidas. No sé si a alguna os habrá pasado, pero tuve consulta el 17 de marzo en la maternidad de O’Donnell y me atendió una ginecóloga distinta a la que lleva mi embarazo, ya que está trabajando todo el equipo de ginecología para reducir esperas y que no haya mucha gente en las salas de espera.  Otro ejemplo, mi doctora de cabecera (si bien es cierto que siempre he creído que es un encanto), además de facilitarme desde un principio los trámites de las bajas que he tenido que renovar, me ha dado la oportunidad de que me ponga yo misma las vacunas de la tosferina y el RH, en vez tener que acercarme al centro de salud. Mi matrona también me llamó y me realizó una consulta por teléfono. Todos encantadores, todos dispuestos a ayudar, incluso en un momento de colapso como este.

Contaros que tengo una amiga que dio a luz el 30 de marzo, ella estaba asustada, no iban a dejar entrar a su marido en el paritorio, y enfrentarse a ello sola le generaba angustia. Bueno pues su experiencia es que fue atendida por excelentes profesionales que la apoyaron en todo momento y al ser su segundo parto fue rápido y pudo estar en la planta con su bebe y su marido sin ningún problema, con una niña preciosa y sana. Eso sí, si todo iba bien a las 24 horas a casa, nada de esperar a las pruebas siguientes si no que llevarla de forma externa, para pasar el menor tiempo posible dentro del hospital (otra vez para protegerlas a las dos). Ahora están en casa felices y adaptándose los unos a los otros y a salvo.

 Con esto transmitiros positividad y tranquilidad a aquellas mamás que estéis esperando a dar a luz ya que estamos en buenas manos y protegidas por nuestro sistema de salud. Yo espero a Carlos a partir del 20 de junio, no sé cómo estará la cosa para entonces pero sí sé que me atenderán lo mejor posible y que lo que debo es concentrarme en que todo vaya bien, el coronavirus es lo último que se me pasara por la cabeza cuando llegue el día.