“Una de las lecciones con las que crecí fue la de mantenerme fiel a mí misma y nuca permitir que lo que otros digan me distraiga de mis metas”
Michelle Obama
Ella es Ana, una amiga desde hace muchos años, una amiga que siempre ha estado conmigo, una amiga con la que he compartido muchos momentos de risas, de llantos, de cervezas, de conversaciones dentro de un coche y ahora de conversaciones con un café, ya somos mayores y maduras.
Ha pasado por un proceso increíble, duro, de lágrimas, de esperanza, de vuelta a las lágrimas, pero aquí está, embarazada por fin, mamá soltera por decisión y derecho y os quiere contar como ha sido su duro proceso, lo que ha pasado, lo que ha sentido.
Un relato que sale de lo más profundo de su ser, una historia valiente, una historia real que hace que las lágrimas resbalen.
Espero que os sirva de inspiración. Es una historia de superación, de lucha, esa lucha que tenemos tantas mujeres encima y que ella os la quiere contar.
Gracias querida amiga por querer formar parte de Mami Me Mima, gracias por abrirnos así tu gran corazón, desde aquí solo te puedo decir que siempre me vas a tener a tu lado para seguir luchando juntas por nuestros sueños y nuestra felicidad. Vas a ser una gran mamá.
Qué mujer no ha sentido alguna vez el deseo de ser madre.
Me gustaría hablar de mis deseos y miedos.
Hace unos años creció en mí un poderoso deseo de ser mamá, por entonces yo tenía pareja y por circunstancias no pudo ser. Al tiempo la relación terminó y con ella una parte de mi vida, ya que como muchas mujeres parece que tenemos que tener el futuro planificado, pero no, no es así.
Aunque mi relación terminó ya se había plantado dentro de mí la semillita de ese deseo, esa necesidad, ese sueño de tener un trocito de vida, de mí, al que dar amor, enseñanza y todo de mí, pero claro sin pareja…
Un día tomando café con unas amigas, una de ellas tenía prisa, iba a ver a una amiga de la infancia que había sido mamá de una nena, mamá soltera por fecundación in vitro.
En ese momento una ventana se abrió ante mí ¡claro una mujer si quiere, puede ser mamá sin necesidad de tener pareja! Desde ese mismo día mis ahorros ya tenían destino.
Con esta idea también venían dudas y miedos, mamá soltera… ¿Lo aprobará mi familia? ¿Podré ser mamá y trabajar sin que a mi bebe le falte su madre? ¿Económicamente podré con este cambio de vida? ¿Sabré hacer de madre y padre? ¿Cuánto dinero me costará? ¿Merece la pena? La gente que no me conozca va a pensar que soy una fresca o lesbiana y aunque esto último es absurdo, porque a mí me da igual la gente, es una duda que surge.
Siguen pasando días y yo cada vez más segura de mi decisión, reúno a mi familia y les comunico la noticia, voy a ser mamá, y mamá soltera. Enseguida hubo palabras de apoyo y alegría, al igual que alguna pregunta como: ¿Qué vas hacer con los comentarios de la gente? A lo que respondí que no ocultaré mi embarazo ni la forma en la que va a ser, ni voy a dejar de hablar de ello con la naturalidad que le corresponde, cada uno que piense lo que quiera. ¿Qué le vas a decir a tu bebé cuando pregunte por su padre? Respuesta, la verdad, en la medida que pueda y de la mejor forma posible intentaré explicar a mi hijo o hija que no tiene papá porque mamá así lo decidió, no sé si será lo correcto pero lo que sí sé es que se lo intentaré explicar de la mejor forma posible.
Al cabo de unos días y ya dispuesta a buscar clínica para comenzar con todo el proceso me llamó una amiga y me dio una de las mejores noticias que me han dado nunca, aprobaban en Castilla La Mancha la inseminación por la Seguridad Social.
Al día siguiente cogí cita con mi doctora y ya en la consulta le explique por qué estaba allí, quería saber que tenía qué hacer para solicitar la inseminación por la Seguridad Social. La cara de mí doctora era una mezcla de alegría, admiración e incredulidad. Ella no tiene idea pero enseguida me mandó a planificación familiar y a ginecólogos en el hospital.
La verdad es que el tema papeleo no fue nada, pero si me hicieron varias pruebas, análisis, citología, ecografías vaginales y una histerosalpingografía, una prueba nada agradable en la que ven tus trompas, útero y ovarios mediante contraste, y si esa prueba salía correcta ya sólo faltaba la aprobación de la dirección del hospital para derivarme a una clínica privada y que me hicieran la inseminación.
Cuando fui a por los resultados nerviosa, con miedo, la doctora se pone seria, y me dice que una de las trompas ha dado fallo por lo tanto si quiero ser mamá por inseminación tienen que quitármela mediante una operación para que así haya más posibilidades, o si lo prefería podría repetirme la prueba. No dudé en pedir que me la repitiera.
En la segunda prueba todo salió bien además, me dieron los resultados en el momento. Ya sólo faltaba la aprobación de la dirección.
No recuerdo cuanto tiempo pasó, pero por fin tenía una cita con la clínica.
A partir de ahora mi madre me acompaña a todo. En la primera consulta me pidieron análisis y me explicaron lo que iban a hacer a partir de ahora. Debía empezar con tratamiento y ácido fólico todos los días, no soy una persona de tomar medicamentos, pero tenía que hacerlo, me merecía la pena.
Aprendí a ponerme inyecciones en la tripa en cualquier momento y en cualquier lugar, tenía que hacerlo antes de cada inseminación, también me explicaron que la inseminación no era un proceso muy fiable, no me aseguraban el embarazo, aun así tenía cuatro intentos.
Vamos con el primero. Una ecografía vaginal, una inyección dentro de mí útero, más medicamento y espera. En esta primera inseminación antes de poder realizarme el test de embarazo ya me vino la regla, pero bueno no pasaba nada ya me lo habían dicho cuanto más intentos más oportunidad.

Segundo intento. Esta vez me dio tiempo a realizar el test pero con el resultado negativo. Bueno no importa es un 50% a partir de ahora estoy más hormonada, seguro que es más fácil.
Tercer intento. Vuelve a salir el test negativo, y parece que empiezas a sentir la decepción y la desesperación, sólo queda un intento más.
Último intento. Sí o sí, esta vez tiene que ser la buena. Pero no, vuelvo a tener un resultado negativo.
Me llaman de la clínica para una consulta me hacen el test de sangre que vuelve a dar negativo, y el doctor me explica que vamos a pasar a la inseminación artificial, tiene que cambiarme la medicación y tengo que ser muy precisa, ya que necesitan que el óvulo esté en óptimas condiciones y en su punto justo de maduración para la extracción. Genial ya queda poco ahora solo falta que mis ovarios produzcan muchos óvulos y cuantos más, mejor.
Pero claro, nada en esta vida es fácil, en una de las ecos me detectan un pólipo que ha ido creciendo en el cuello del útero, pero no importa no es nada, cuando me hagan la extracción del óvulo que ya tengo firmada, me lo quitan y listo.
Llega marzo del 2020 y el confinamiento. Por suerte ya tenía firmado mi papel con la extracción y fecundación de óvulos y hay que seguir con el proceso, lo único que no pueden hacer por motivos del COVID 19 es quitarme el pólipo, me lo tiene que quitar la Seguridad Social.
En ese momento me lleno de tristeza, con todo lo que está sucediendo en este momento, obviamente lo mío no es prioritario, Así es que vuelta a la espera, pero antes de que me quiten los pólipos deben extraerme los óvulos.
Por fin me dan cita, qué nervios, qué emoción, qué miedo, tendré suficientes, serán de buena calidad, cuantas dudas cuantas preguntas. Una vez hecha la extracción, paso a consulta cuando se me pasa el efecto de la anestesia, y allí, el doctor nos dice que son de muy buena calidad qué me ha extraído bastantes y que él está contento.
Llega julio y me llaman del hospital para proceder a quitarme los pólipos, nervios otra vez, volvemos a retomar la medicación, estoy en la recta final y no puedo evitar sentir que cosquilleo en mi interior. Son nervios, alegría e impaciencia.
La clínica tiene los resultados, me citan para cambiarme el tratamiento.
El día 27 de agosto es la fecha en la que me introducen el óvulo fecundado.

Y allí estoy el día 27 a la hora exacta que me dijeron, vestida con un camisón un gorro y unos patucos. Me pasan a una sala como si fuera un quirófano, la misma donde me extrajeron los óvulos y no sé si reír o llorar. Una vez sentada, la enfermera me dice que si quiero ver el momento de la transmisión, ¡claro que quiero verlo! miró hacia la pantalla y allí veo que en mi interior que dejan una burbujita, y dentro de ella mi óvulo congelado y fecundado. No puedo describir la sensación que tuve, ver el momento en el que introdujeron en mí la vida, el momento en que descongelaron mi óvulo y comenzó a formarse mi bebé.
Pasó una semana hasta que me hicieron la prueba de embarazo.
PO-SI-TI-VO , me dio positivo, a día de hoy todavía me emociono, oigo en mi interior las palabras de la enfermera, enhorabuena.
A las dos semanas de dar el positivo empecé a sangrar con mucha fuerza e intensidad, no me lo podía creer, no sabía qué estaba pasando y no me atendían en la Seguridad Social, solo me decían que me esperara la ecografía, y yo no lo entendía.
¿Y si he perdido a mi bebé? pasó una larga semana hasta que volví a ir a la clínica y allí me hicieron una ecografía para comprobar que todo estaba bien, el sangrado fue debido a la implantación del óvulo en el útero y todo estaba bien afortunadamente.
Después de tantos viajes, tanta medicación y tanta espera por fin estoy embarazada. La última vez que vuelvo a la clínica es para hacerme una ecografía y comprobar que tiene vida. Qué bonito es eso de escuchar por primera vez el latido de tu bebé, quizá algunas mujeres tomen conciencia en ese momento de que están embarazadas, yo afortunadamente tomé conciencia en el momento que vi en el monitor el destello de la descongelación de mi óvulo. Sabía que iba a salir bien, sentía que aunque fue el primer intento iba a salir bien.
Y aquí estoy ya de 13 semanas, sin saber aún si es niño o niña, pero feliz, muy feliz. No voy a negar que aún tengo alguna duda, algún miedo, pero oye qué madre no lo tiene.
Ha merecido la pena luchar para ser mamá soltera, todo el tratamiento, todos los viajes, toda la espera, todo, porque cada vez que me miro al espejo y veo que mi cuerpo se va transformando, cada ecografía que veo, veo ahí a mi pequeño, siento como se me llena el alma, como mi vida tiene sentido, ahora solo tengo que ser fuerte, y luchar, por mi bebé y por mí…
Espero que os haya gustado y que os pueda servir de inspiración a las mujeres que quieran ser mamás solteras y al resto de mujeres como un ejemplo de lucha y valentía.
Gracias otra vez amiga por abrirnos tu corazón y servirnos de inspiración.
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¡Muchas gracias familias!