“Lo que vemos cambia lo que sabemos. Lo que conocemos cambia lo que vemos”
Jean Piaget
¿Os acordais de la primera vez que vuestro bebé se refirió a sí mismo con su nombre? ¿O cuando se miró un día al espejo y se puso tan contento al verse a sí mismo?
Hoy os quiero hablar de algo muy importante en la vida de los pequeños, el desarrollo de su propia identidad. El autoconcepto es algo que se va a desarrollar poco a poco, a lo largo de los primeros años de vida y ligado al él, otros conceptos tan importantes como la autoestima, la identidad y la cognición social.
¿Cuándo empieza ese autorreconcepto del niño? Los bebés nacen sin un sentido del yo, todas las necesidades del niño las satisfacen las personas que están con él.
Durante los dos primeros meses ejercitan sus esquemas de reflejos y repiten las acciones placenteras que se centran en su cuerpo, comienzan a conocer sus facultades físicas.
Somos algo en el universo que existe con independencia de los demás, pero los más pequeños todavía no son plenamente conscientes de que el yo es una entidad estable en el tiempo.
Para saber a qué edad se reconocen a sí mismos, se ha realizado la prueba del colorete, aplicar un punto de colorete en la cara del niño y a continuación ponerle frente a un espejo y ver su reacción:
- De los 9 a 14 meses no se reconocen.
- De los 15 a 17 meses empiezan los primeros signos de reconocimiento.
- De los 18 a 24 meses ya existe un total reconocimiento.
Es entre los 18 y 24 meses cuando podemos afirmar que los niños internalizan los esquemas sensoriomotores para formar imágenes mentales, además, las experiencias sociales son muy importantes y una experiencia social básica que contribuye a la conciencia del yo es el APEGO (ya hemos hablado de la importancia del apego en otro post anterior).
El desarrollo del autoconcepto y la aparición de la conciencia de uno mismo como participante en la interacción social preparan el terreno para muchas competencias sociales y emocionales nuevas. Los niños que han alcanzado este hito se vuelven más sociales, les produce gran placer imitar las actividades de un compañero de juego e incluso cooperar con él para alcanzar metas compartidas.
Según Erikson, los niños de 2 – 3 años luchan por ser independientes y autónomos. Los de 4 – 5 años ya poseen un sentido de la autonomía, adquieren nuevas habilidades, logran importantes objetivos y se enorgullecen de sus logros.
Es una buena señal que los niños a estas edades se identifiquen y se definan a sí mismos en términos de sus actividades, ya que un concepto del yo basado en las actividades, refleja el sentido de iniciativa que necesitarán para enfrentarse a las numerosas enseñanzas nuevas que tienen que aprender en el colegio.
Cuando los adultos piensan sobre el yo, saben que es un yo público que los demás ven y yo privado que tiene un carácter interno, cuando los niños realizan esta distinción implica que poseen una teoría de la mente:
- A los 18 meses demuestran cierta conciencia de los estados mentales propios y ajenos, con imitaciones de acciones por ejemplo.
- A los 2 – 3 años son conscientes de que pueden saber cosas que los demás no saben y de que las personas no pueden observar sus pensamientos.
- A los 3 – 4 años desarrollan una teoría de la mente de creencia – deseo, en la que reconocen, como los adultos, que las creencias y los deseos son estados mentales diferentes y que cada uno, o ambos, influyen en la conducta.
La teoría de la mente se da cuando somos capaces de comprender que las personas tienen estados mentales donde hay cosas internas que solo conocemos nosotros de nosotros mismos. Hay muchas experiencias sociales que promueven su desarrollo, como por ejemplo el juego de ficción, una actividad que induce a los niños a pensar sobre estados mentales.
A medida que los niños se desarrollan no sólo se comprenden a sí mismos construyendo autorretratos, sino que también empiezan a evaluar las cualidades que perciben en ellos, la autoestima.
Los niños con una autoestima elevada se sienten satisfechos con como son, reconocen sus cualidades y sus defectos. Los niños con baja autoestima tienen una idea menos favorable del yo.
Según la teoría de Bowlby, los niños que han establecido un apego seguro comenzarán muy pronto a evaluarse de forma positiva y favorable.
Entre los 4 y 7 años, las autoevaluaciones se centran en dos aspectos: se evalúan en términos de cuanto gustan a los demás (aceptación social) y de lo bien que creen realizar las tareas. Sus autoevaluaciones suelen ser positivas y no realistas.
A los 8 años evalúa sus competencias en tres campos, la competencia física, académica y aceptación social. Tanto el conocimiento de sí mismo como la autoestima dependen de la forma en que los demás perciben su conducta y reaccionan ante ella.
En la adolescencia, las percepciones de la valía personal se diferencian cada vez más y se centran en las relaciones interpersonales
Los padres desempeñan un papel fundamental a la hora de conformar la autoestima de su hijo. La sensibilidad de la crianza en la primera infancia influye en que los niños construyan modelos operativos del yo positivos o negativos.
Formar una identidad implica enfrentarse a muchas oposiciones importantes, el logro de la identidad no se alcanza hasta la adolescencia tardía, a partir de los 21 años, pero no es un rasgo estable, está sujeto a ajustes y modificaciones a lo largo de toda la vida, existen varias influencias para la formación de la identidad, como influencias cognitivas, influencias parentales, académicas y culturales.
También es importante conocer a los demás, ser apropiadamente social exige que interactuemos con otras personas:
- Entre los 3 y 5 años, conocen el comportamiento de los iguales en situaciones diferentes.
- Entre los 5 y 6 años, son más conscientes de las consistencias conductuales de los compañeros.
- Entre los 7 y 16 años, confían cada vez más en las descripciones psicológicas a la hora de caracterizar a sus amigos y conocidos.
Como podéis observar, todo lleva un proceso lento, este proceso llega a madurar en adolescencia, así que queda mucho camino por recorrer junto a ellos, ayudándoles a formar un autoconcepto, una identidad, una autoestima fuerte y segura y todo esto se va a conseguir día a día al lado de vuestros pequeños, reforzando vuestro vínculo más profundo, desarrollando un apego seguro desde el momento en que nacen (o incluso en la tripita de mamá) hasta el último día con ellos.
Este patrón de apego, como veis, es muy importante para todo el desarrollo de vuestros hijos. No temáis a coger a vuestros hijos, a demostrarles todo vuestro amor incondicional, hacer una crianza con apego y en positivo y recogeréis los frutos de hijos exitosos y saludables emocionalmente hablando.
Espero que os haya gustado y emocionado tanto como a mí. La crianza no es fácil, pero merece la pena.
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