«Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos»
El Principito
La felicidad que sentí ante ese positivo es indescriptible y a partir de ese día todo fue en aumento. Eras algo muy chiquitito dentro de mi pero ya llenabas mis días de historias y de amor, poco a poco fuiste creciendo y también los nervios, los nervios porque todo fuera bien, que vinieras bien a este mundo, los nervios por el qué comer cada día o como dormir, por saber si ibas a ser niña o niño, por preparar poco a poco la habitación, la cuna, la ropita bien lavada y planchada, todo era un bullicio dentro y fuera de mi pero yo en lo único que podía pensar era en ti, en Diego, mi perfecto bebé.
El 20 de marzo de 2018 empezó tu aventura fuera de mi, te costó un poquito nacer, pero llegaste al mundo gordito y sano, sin llanto y te abrazaste a mi. Jamás podré olvidar ese olor, esas manitas que no sabían donde agarrar, esos ojos oscuros que me buscaban, tampoco podré olvidar la carita de súperpapá, cansado y feliz a partes iguales, ese día fue el más feliz de nuestras vidas y aquí estábamos los tres sin saber muy bien que hacer, así que hicimos lo que mejor sabemos, abrazarnos y reír.
Y así pasamos los días, conociéndonos, siendo Diego y Mamá, siempre juntos. Yo te intento enseñar, educar, darte mi amor, pero quién realmente me ha enseñado la verdadera felicidad eres tú pequeño mío, de ti aprendo a ser mejor persona, intentar ser mejor mamá, a ver mis fallos pero también mis cosas buenas, gracias a ti las ojeras son más bonitas y tienen sentido. Tenemos también nuestros momentos menos buenos, pero todo merece la pena sólo por ser Diego y Mamá