“La medicina y la moral descansan sobre una base común, sobre el conocimiento físico de la naturaleza humana”
Séneca
Foto cedida por los profesionales de la UCI de Guadalajara.
Hace unos días publicaba una colaboración sobre la vida en la UCI y la repercusión personal para la persona que lo escribió. Fue un post muy leído y muy emocionante para todo el mundo.
La magnitud del post fue tan grande, que una compañera y amiga de esta persona, también ha querido compartir con nosotros su experiencia como sanitaria.
Desde aquí no puedo más que emocionarme por querer escribir y compartir vuestras emociones más profundas con nosotros y también por hacer ver el valor tan importante que tenéis en esta sociedad, sois imprescindibles y maravillosos.
Vosotros nos estáis salvando, espero que cuando todo esto acabe, seamos los demás quienes os ayudemos a vosotros a superar todos los horrores que estáis viviendo y que estáis callando para proteger a la gente que os rodea.
Mucho ánimo y mucho valor para vosotros.
Cómo imaginar ese día 29 de febrero, que el comienzo del mes siguiente pudiera ser tan diferente. Un día, digamos extraño, quizás en esta ocasión era premonitorio de una difícil etapa. Cada cuatro años aparece en el calendario como regalando o robando 24 horas al tiempo. En un año especial para la Enfermería, un año reconocido por el CIE como “El año para su reconocimiento mundial”.
Y así empezó el mes de marzo, como “una tormenta imperfecta”, con nuestro primer caso COVID 19. A partir de ese día, de esa noche, he y hemos vivido por y para la crisis. Una crisis cambiante, desbordante y abrumadora. Una crisis que iba más deprisa que nosotros. Una crisis que ha tratado de ponernos al límite, de agotar nuestras fuerzas.
Pero qué emoción, qué sensación de orgullo de “sentir grande” una sociedad, una comunidad un sistema sanitario que para mí es digno de admiración. Orgullo por pertenecer a un “grupo de elegidos” que pueden ayudar al mundo de forma increíble a la vez que cotidiana.
Indudablemente habrá muchas cosas que se pueden hacer mejor, o dicho de otra manera, de forma diferente. Hay que estar en ese momento de tensión extrema, contenida, marcando la templanza y teniendo qué decidir que unidad abrir, qué pacientes trasladar, qué habilitar, cómo contratar, cómo ganar a los retos de ese único día. Suficiente tener energía para superarlo.
Todo esto con mucha emoción. Emoción con mayúsculas. Intentando mantener fuerte al equipo al que intentas liderar, intentar transmitir fuerza, entereza y templanza. A veces con ganas de desvanecerte, pero con la certeza que no lo harás, en esta oportunidad única y a la vez extrema que nos ha presentado la vida. Mucho que aprender y mucho que meditar.
En este camino, he descubierto a personas maravillosas, profesionales, competentes y totalmente entregadas, que había visto, pero no había mirado. He buscado y encontrado luz en los días y he sonreído al encontrar tantas muestras de cariño de solidaridad y de apoyo. Como si amaneciéramos inmersos en una cadena de favores con sorpresas de donaciones y “regalos desde el corazón”.
Quizás es abrir demasiado mi corazón pero me gustaría compartir una pequeña reflexión, una pequeña historia de mi vida, de tantas vidas….
En estos días difíciles, todos los que tenéis la suerte de tener, de disfrutar, aun en la distancia, de vuestros padres, os preocupáis de su salud. ¿Cómo vivirán la soledad?, ¿cómo estarán comiendo? , los pensamos desvalidos. Creo que son muy fuertes, tienen una mochila bien cargada y han vivido momentos dramáticos de la sociedad.
Yo no tengo esa suerte, los míos se fueron de mi vista, no de mi alma, hace muchos años. En estos días, les “he hablado y pedido mucho”. Les decía y digo “Mandad un poco de luz a este mundo que está sufriendo, hacednos aprender y reinventar el futuro.” Tantas cosas, tan sencillas, que seguro imagináis.
Afortunadamente, por la propia evolución de la crisis, por tanto trabajo bien hecho, por todos los turnos doblados, por todas las sonrisas, por todos los que suman, parece que estamos en una tregua. Bendita tregua.
No sé si vamos a aprender suficiente, deberíamos hacerlo. Esta crisis es posible que se repita y debemos estar lo mejor preparados para ellas. Qué paradoja, que reflexión tan profunda podemos hacer, cuanto se está recuperando nuestro medio ambiente, nuestro maravilloso mundo, de esta “locura de sociedad” en la que estábamos inmersos. Cómo nos ha hecho parar, sin preguntarnos, con contundencia.
Quizás algunas noches en las que no podemos conciliar el sueño, donde nuestros fantasmas nos acompañan hemos pensado que el mundo podría presentarnos una difícil realidad, como las películas que tantas veces vemos. Quizás es verdad que la realidad supera la ficción.
Y quizás, solo quizás, esto muestra “La sorpresa de lo imaginado”.
Angeles Martín Octavio.
Enfermera