TAMBIÉN APRENDO DE TI

“No basta con amar a los niños. Es preciso que ellos se den cuenta que son amados”


San Juan Bosco

Ayer mismo le pedí a mi gran amiga y compañera Laura que si quería participar con un post en el blog y su entusiasmo me llenó de felicidad. Yo no tenía prisa, tampoco es cuestión de presionar claro, pero ¡esta tarde ya lo tenía en el correo! Y al leerlo, tengo que decir que me ha emocionado mucho su relato, su sensibilidad, su amor.

Si algo he aprendido de ella estos años, es su facilidad por sacarle siempre lo bueno a lo todo, de ver siempre el lado bonito y aquí está reflejado.

A tu lado, los días son mucho más bonitos. Muchas gracias por tu colaboración y por tus bellas palabras, espero seguir disfrutando de tu sabiduría y tu sonrisa durante muchos años.

Los rayos de luz que atraviesan la ventana vienen a decirme que ha amanecido un nuevo día. Un día más sin salir, un día menos para que acabe esta privación de libertad. Me asomo a tu habitación y allí estás con un pie en la almohada, un brazo fuera de la cama y totalmente desarropada. Respiro tranquila y pienso: estamos a salvo. Después de tener un rato para mí, leer, estudiar… escucho tu voz que asemejo al timbre del recreo para salir al patio: ¡Buenos días, mamá! Ahora sí, empieza mi día de verdad.

“Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea” (Paulo Cohelo).

Efectivamente en estos días de confinamiento  estoy aprendiendo  a “estar contenta sin motivo”. En realidad sí hay una razón para no perder la sonrisa. Y es que puedo participar al máximo del desarrollo de mi pequeña Carmen de dos años y medio sin tener que verlo parcialmente desde la distancia. He comprobado que acercándome a sus características de pensamiento y al ser consciente de la etapa del desarrollo en la que se encuentra, todo es mucho más fácil. En este sentido, os invito a no perder la gran oportunidad que estamos teniendo los papás y mamás de poder  disfrutar cara a cara del crecimiento de nuestros hijos e hijas como quizás nunca lo habíamos hecho. Carmen no entiende de virus y probablemente esté más contenta que hace unos meses porque cuando pregunta a mamá: “¿Hoy vas a estar conmigo?, la respuesta es: “Tooooodo el día, cariño”. Ellos se merecen también que nosotros sintamos lo mismo por ellos.

Respecto al hecho de “estar siempre ocupado con algo”, es otro de los aprendizajes más valiosos que estoy experimentando. Desde que Carmen se levanta, planificamos actividades para desarrollarlas durante el día. Hemos hecho un mural en el que trabajamos los estados de ánimo, aprendemos a identificar el tiempo climático y conocemos los días de la semana. Siempre tengo en cuenta sus motivaciones, el momento del día en el que nos encontramos y los imprevistos que puedan surgir. Entre las actividades, utilizamos muchos materiales reciclados para hacer composiciones, pinturas de todo tipo, la magnífica biblioteca de cuentos que tenemos en casa y juegos de lógica-matemática, unos comprados y otros hechos en casa. Por supuesto, siempre hay hueco para la psicomotricidad con circuitos sencillos y, como no podía ser de otra forma, el baile (¡es una bailonga!).

Por último, durante estos días Carmen me ha enseñado  explícitamente su gran capacidad para “saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea”. Pero claro, he tenido que caer en la cuenta de que mi forma de exigir no es la misma que la suya. Yo no me suelo tirar al suelo pataleando, no lloro desconsoladamente (aunque a veces no por falta de ganas)… Nos queríamos perder la fase de las rabietas, ¿verdad? A pesar del grado de frustración que nos ocasiona a los adultos, la realidad es que las rabietas pueden gestionarse de una manera respetuosa. Lo principal es, según Álvaro Bilbao, tratar la frustración desde el cariño y la empatía. “Nunca debemos perder el control. El incapaz de controlar sus emociones, en principio, es el niño” (Alberto Soler).

Termino con una de mis citas favoritas  que invita a reflexionar en medio de este parón social y económico. ‘Lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre’  (Jean-Jacques Rousseau).

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Experimentamos en casa

El juego nos mantiene vivos y vitales. Nos da un entusiasmo por la vida que es indiscutible. Sin ello, la vida no tiene buen sabor”


Lucía Capocchione

Seguimos en casa y parece que esto se alarga, nosotros estamos aprovechando estos días para realizar pequeños experimentos “culinarios” con el Pequeño Caballero.

El viernes fue su segundo cumpleaños y bueno, hubo una mezcla de alegría con muchos sentimientos extraños y difíciles.

Pero bueno, no vamos a ponernos tristes, pronto lo podremos celebrar como se merece y rodeados de todos los que nos quieren, así mientras tanto decidimos que era una buena idea experimentar con la tarta de chocolate.

Le compramos una gran tarta y como en casa la verdad no somos de comer mucha tarta pensamos que lo mejor era dejarle a él solo frente a ella, para que experimentara, metiera las manos, comiera sin miedo a mancharse o hiciera lo que quisiera. Era su día y su tarta.

El experimento fue muy divertido, la tarta acabó destrozada, todos teníamos chocolate por la cara y las manos.

Puse papel continuo en el suelo y la tarta en medio, así mi Pequeño pudo disfrutar de su tarta al 100%.

La verdad es que fue una experiencia muy bonita y divertida para los tres. Nos reímos, nos abrazamos, nos manchamos, nos dimos de comer unos a otros. En definitiva, nos unimos más que nunca en este día tan especial y tan raro a la vez.

Como me gustó tanto este “momento tarta” al día siguiente me aventuré a pintar con espaguetis cocidos y patatas.

Preparé todo el salón con papel continuo y puse todos los materiales alrededor. Los espaguetis en un bol y las patatas cortadas a la mitad en otro, además, Súper Papá nos hizo sellos en las patatas para estampar con diferentes formas. También puse los botes de pintura de dedos de colores y el paquete de toallitas cerca.

Lo primero que hizo el Pequeño Caballero fue comerse los espaguetis (antes de mojarlos en la pintura claro) creo que no entendía muy bien eso de pintar con la comida, pero yo me puse a ello y enseguida empezó a imitarme. Pintamos todo el papel, también nos tirábamos los espaguetis, metíamos las dos manos para experimentar su textura, los mojábamos en diferentes colores que luego mezclábamos para sacar nuevas tonalidades. También descubrió los sellos de las patatas y estuvo otro rato jugando con ellas.

Llenamos todo de color (y trozos de espaguetis), nosotros estábamos llenos de pintura, pero también llenos de emoción y de risas.

Eso sí, en cuanto terminamos, directos a la bañera!

Y para terminar estos días de experimentación, ayer preparé un pequeño taller de pintura comestible que al Pequeño le encantó!!!

Puse en el suelo varios folios grandes y en cuatro platos de plástico hice las mezclas de cuatro colores (rosa, gris, azul y amarillo).

Con un poquito de yogurt natural (el griego es más espeso) y unas gotas de colorante quedó una pintura comestible perfecta y en cuanto le dije que se podía comer ¿Qué es lo primer qué hizo? Pues sin duda probar todos los colores.

Hicimos una preciosa obra mezclando los colores, pintando con pinceles, pero acabamos con la cara llena de pintura porque el Pequeño Caballero quería que nosotros también probáramos la pintura.

Y para terminar el día, preparamos la bañera y se dio un gran baño con Súper Papá, algo que le encanta y procuramos hacer los fines de semana, bañarnos con él en la bañera y seguir el juego dentro del agua.

Mientras ellos se bañaban, yo aproveché para recoger las obras de arte, las colgué en el tendedero y ya están secas y listas para guardar en su carpeta de artista.

Han sido tres días de experimentos, donde hemos reído, nos hemos manchado, hemos descubierto nuevas formas de pintar y de ensuciarnos, pero sobre todo, hemos olvidado durante un rato la difícil situación que nos está tocando vivir.

Os animo a hacer partícipes a vuestros hijos de estos pequeños talleres sensoriales, a pasar un rato divertido y a fortalecer lazos como familia. Que el ánimo no decaiga, son estos pequeños momentos los que debemos aprovechar y son los que realmente recordaremos el día de mañana.

Si se os ocurren más ideas o vosotros habéis hecho otros talleres, contármelo en redes sociales. Me podéis encontrar en Facebook Mami Me Mima blog y en Instagram @mamimemimablog