“Si damos a los niños suficiente espacio y posibilidades para el movimiento libre, ellos se moverán hermosamente y con gracia como lo hacen los animales; ágilmente, simplemente, con confianza y naturalmente”
Dr. Emmi Pikler
A Vero la conocí hace poco en mi querida Casa Grande (además de ellos que son maravillosos, también nos hacen conocer gente excepcional) Con su pequeña hija, adorables las dos.
Una mamá con mucho dentro, con mucho que contar, con una historia de valentía muy grande, pero hoy nos quiere hablar de este precioso tema, El movimiento libre.
Supongo que hasta que no eres mamá no te planteas nada de esto y al leerte Vero, me haces reflexionar, pensar, cuestionarme tantas cosas… ¡Me encanta!
Espero que os guste, que disfrutéis de esta bella colaboración que sale del alma y del amor por sus hijos.
Gracias Vero, de corazón, esta es tu casa para cuando quieras seguir haciéndonos reflexionar.
Un niño desde el mismo momento de su nacimiento, es un ser competente y con autonomía: busca el pecho de su mamá para alimentarse, se mete la mano en la boca cuando necesita consuelo o simplemente su llanto nos indica que es capaz de expresarse para decirnos que necesita algo del adulto. Si el adulto entonces, comprende que el niño es una persona con capacidades entenderá también, que debemos confiar en sus posibilidades para así dejarle que se mueva en libertad y sin intervención directa del adulto.
Movimiento libre es un profundo trabajo personal de la persona que acompaña al niño, es ver al niño con ojos de «Tú sí que puedes», verle de igual a igual (el adulto no debería ser un ser superior), es no transmitirle nuestros miedos con frases como «Te vas a caer, ten cuidado, no sabes…» pero sobre todo Movimiento Libre significa «Respeto».

Motricidad autónoma. Emmi Pikler.
Si hablamos de motricidad es imposible no hablar de la pediatra húngara Emmi Pikler. A ella, se le deben importantes descubrimientos y estudios no solamente acerca del desarrollo motor, sino también la importancia de que se den unos cuidados de calidad donde se origina la seguridad emocional que el niño necesita.
Para que se dé el movimiento libre es imprescindible que se den dos características:
Que sea por iniciativa del niño. El adulto no le invita a hacer ningún movimiento, como ponerse de pie dándole la mano, sentarle cuando aún no lo ha conseguido o subirse al tobogán haciéndole saltarse los escalones y deslizándole por la rampa. Sin esa propia voluntad no hay libertad, le estamos dirigiendo y él simplemente nos agradará (cuando el niño ve, que a mamá le hace feliz, ver como su pequeño camina de su mano, querrá hacerlo porque a él le gusta ver a su mamá contenta) mostrándose él mismo feliz en ese instante pero cada vez más demandante e inseguro después.
Sin intervención del adulto. Esto no quiere decir «qué hagan lo que quieran o dejarles a su suerte». El adulto tiene un importantísimo papel en esto que llamábamos movimiento libre. Es el encargado de darle seguridad emocional que le permita jugar libremente en un entorno adecuado a las características y necesidades de los niños. Para ello es indispensable una observación directa y por supuesto, el adulto acompaña y apoya al niño durante su actividad.
Se evita «hacer que los niños hagan» y «les dejamos hacer» confiando en su autonomía ya que son seres competentes y ellos mismos, conforme les dejemos esa libertad de movimientos, conocerán perfectamente hasta donde son capaces de hacer.
¿Cuántas veces no nos hemos encontrado con situaciones relacionadas con la infancia, dónde el adulto coloca al bebé o al niño en posiciones a las que él no ha llegado por sí mismo? El típico ejemplo del niño que ya se pone de píe con apoyo y el adulto le incita con órdenes o repetidas llamadas de atención a qué vaya hasta el adulto.
Probablemente o es casi seguro decir, que el niño en ese mismo momento no está preparado, ni física ni cognitivamente, pero simplemente una vez más, querrá agradar al adulto.
¿Cuál es el papel del adulto entonces, además de proporcionar la seguridad emocional?
Entre ello:
- Ofrecerles un espacio seguro, cuanto más seguro, menos tendremos que intervenir por posibles peligros.
- Que los materiales que les ofrezcamos sean de su interés y adecuados a su nivel de desarrollo y edad.
- Observar, acompañar atentamente con empatía y transmitiéndole confianza y seguridad.
- No intervenir de manera directa en sus movimientos y juegos siguiendo su propia imaginación.
- Vestirle con ropa cómoda para facilitar el movimiento.
BENEFICIOS DEL MOVIMIENTO LIBRE
Se puede hablar de beneficios de varios tipos: físico, cognitivo y emocional.
Físico
- Tono más relajado: están menos preocupados porque dominan esa postura o desplazamiento. Cuando a un bebé por ejemplo, se le sienta sin estar preparado para ello, el niño tiene que estar más preocupado en no caerse que en jugar.
- Mejor equilibrio ya que consiguen el hito (ponerse de pie, andar…)
- Mejor control postural
- Movimientos más armónicos (ya que los dominan perfectamente)
- Menos torpes , caen mejor
- Más prudentes , aprenden a conocer sus capacidades y limitaciones, confían en ellos mismos
- Adquieren más posiciones intermedias desde la verticalidad hasta la horizontalidad. Su crecimiento es más rico, prueban más con su propio cuerpo los distintos movimientos.
Cognitivo:
- Mayor conocimiento espacial,
- Mayor desarrollo de la vista y el equilibrio
- Realiza proyectos previos a nivel cognitivo. El niño despierta un interés y el cerebro ordena para llevarlo a cabo. Si hacemos que el niño se salte una postura, elimino esa orden y el cerebro por tanto no trabaja. La interiorización de ese movimiento, postura será mucho más lenta, más inseguro, además de depender totalmente del adulto.
- Son más creativos, encuentran el camino por sí solos.
Emocional:
- Mayor AUTOESTIMA: son capaces de vivir sus propios logros, logros que son suyos, no del adulto.
- Mayor autoconocimiento: al conocer mejor sus limitaciones y posibilidades, tienen una mayor autogestión de las emociones y de otros aspectos como la comida, el sueño, el control de esfínteres. Les damos la posibilidad para que se conozcan mejor.
- Es una forma de expresión y comunicación. Los niños utilizan el movimiento para expresarse y descargar tensiones
- Una forma de relación con el adulto. Si el adulto respeta su desarrollo motor, le respeta como persona. Importante avisarle, pedir permiso NO SON MARIONETAS y si le vamos a coger en brazos y llevarle a otro lugar, deberíamos contárselo previamente.
PARA POSIBILITAR EL MOVIMIENTO LIBRE ENTONCES, ES FUNDAMENTAL NO UTILIZAR CORRECCIÓN POSTURAL NI COLOCAR AL NIÑO EN UNA POSTURA QUE NO HA CONSEGUIDO POR SÍ MISMO.

Siempre dejaremos al bebé boca arriba en el suelo en una superficie estable y él mismo, irá probando con su cuerpo qué postura quiere adoptar. Puede pasar por innumerables movimientos hasta llegar a la verticalidad.
Les avisamos siempre de lo que vamos a hacer con ellos, por qué no, «te voy a dejar aquí en el suelo para que te puedas mover y jugar”.
Los estudios de Emmi Pikler demostraron que el bebé a partir de la posición de boca arriba sobre una superficie firme en horizontal, va a realizar de forma espontánea, todos los ejercicios necesarios para alcanzar las posiciones siguientes, entre ellas la de darse la vuelta por sí mismo. Boca arriba el niño puede mover la cabeza. Puede mirarse las manos, llevarlas a la boca, cogerse los pies y conocer su cuerpo desde su propia iniciativa. Puede manipular objetos de forma autónoma.
Y ¿por qué no colocar al bebé boca abajo?:
- Su musculatura no está preparada, la cabeza se hunde entre los hombros.
- El bebé solo puede dedicarse a sujetarse, no puede manipular objetos, ni descubrir su cuerpo ni comunicarse con los adultos que lo acompañan.
- No pueden cambiar de posición libremente.
- Creamos dependencia y más estados de irritabilidad y frustración.
Otro de los pasos que el adulto suele hacer que el bebé se salte es el de sentar al bebé. Cuando decimos que un bebé se sienta, no es que cuando al adulto le parece que el bebe se sostiene lo suficiente cuando le tiene en el regazo y le sienta, generalmente rodeado de cojines porque se va a caer y con un montón de juguetes para que se entretenga. El bebé así no ha conseguido sentarse por sí mismo, por lo que, no tendrá interiorizada dicha postura. Se frustrará porque no conoce los movimientos necesarios para salir y tendrá que estar mucho más preocupado por mantener el equilibrio.
La mano para caminar es algo que colocamos los adultos, es lo que siempre hemos visto y con lo que hemos crecido, pero eso no quiere decir que sea lo mejor. En ocasiones solo hace falta observar al niño en esos momentos y ver las situaciones, en muchos casos llenas de frustraciones porque el adulto le ha colocado en una posición o desplazamiento al que él mismo no es capaz de llegar. Ningún niño necesita que le den la mano para caminar. El niño que es trasladado con las manos sujetas por el adulto (o sujeto de la capucha…) Lo que aprenderá es que el adulto de referencia para él piensa que es incapaz, que no domina su cuerpo y que depende para moverse totalmente del adulto. No sabemos esperar a que el niño se sienta preparado para hacerlo y nos adelantamos.
No se enseña a caminar, es algo que se aprende cuando tanto por madurez del niño como por su propia voluntad (cuando ellos quieren hacerlo). Todos caminarán tarde o temprano.
Entre los 24-36 meses todos los niños llegan al mismo punto, pero cada uno sigue su patrón. Si no ha conseguido algo es solo cuestión de tiempo. Necesita tiempo.
Desde que el niño se pone de pie hasta que camine hay una franja media de 3-6 meses.
JUEGO LIBRE, JUEGO DEL NIÑO.
Según este modelo pedagógico, el adulto ocupará siempre un papel secundario en el juego. El juego es por y para el niño y debería ser el protagonista en todo momento, él es el que crea el juego, para ellos es como si fuera un trabajo y deberíamos respetarlo en todo momento. ¿Quién decide que una forma de jugar está bien o mal?

Cuando el adulto introduce una pauta, se introduce también una expectativa de resultado, el niño piensa que esperamos algo concreto de él y eso les bloquea en su juego. En el juego libre, como la propia palabra indica, es libre, no se espera un resultado, lo que importa es el proceso.
El juego libre tiene que cumplir entonces unas características muy similares a las de motricidad libre:
- Disfrute
- Iniciativa del niño. Voluntad del niño, realizar sus proyectos previos. Si el adulto interviene le priva de los proyectos previos.
- No intervención del adulto
En ocasiones pensamos que el niño está sin hacer nada y enseguida intentamos estimularle. El adulto espera que el niño siempre quiera jugar y hacer. Pues es posible que el niño esté observando algo e interiorizando algún concepto, o necesita adaptarse un momento a la llegada a un lugar o, simplemente tiempo para construir un proyecto propio, fundamental para desarrollar su creatividad.
Es interesante, además de ofrecerles los juguetes comerciales, objetos de diversos materiales que les permitan experimentación y opción a la propia creatividad: cucharas de madera, boles, tapas de metal… Siempre menos es más, mejor objetos que puedan manipular y sean de su interés que muchos juguetes que dejen poco espacio a la imaginación.
EN EL JUEGO COMO EN TODO, HAY NORMAS
En la forma de acompañar a los niños, es el adulto el que establece sus propias normas, aquí unos consejos para establecerlas:
- Que sean claras: claras para el niño. «Siéntate con los pies abajo en vez de siéntate bien».
- Sencillas y concretas, con poca explicación.
- Siempre las mismas: dentro de los mismos espacios y con los mismos materiales.
- Pocas, si hay muchas, llegan a no escucharlas.
- En positivo. Mejor decir «la puerta mejor abierta » que «la puerta no se abre» ya que después te van a ver a ti abrirla.
- Iguales para todos los niños.
- Se recuerdan en el momento que ocurren.
Para que el niño juegue tranquilo es fundamental sentirse seguro y para ello tiene que sentir que puede contar con la persona que le acompaña. Por ello es fundamental que el adulto esté presente en su juego para enseñarle cuáles son esas normas que con el tiempo, verán como parte natural de la vida.
El acompañamiento en la infancia es una tarea compleja, que requiere un profundo respeto hacia el niño y gran valor de su actividad autónoma. Esto, lleva al adulto hacia una importante reflexión y cambio interno. Es romper con aquello que «se ha hecho toda la vida» con mucho amor por supuesto, mediante la comprensión de aquello que es mejor para nuestros pequeños. Es cambiar nuestra mirada, es empatía es, desaprender para volver a aprender.
VERÓNICA CANO.
Una gran lección sobre movimiento libre, espero que os haya gustado tanto como a mi que ya he empezado a formarme en este precioso tema.
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¡Muchas gracias familias!